Ómar Rayo murió el 7 de junio de 2010 de una falla cardiaca. En el momento de su fallecimiento estaba en exhibición, en el museo que lleva su nombre en Roldanillo, localidad del departamento del Valle del Cauca, y que guarda una colección de dibujo y grabado latinoamericano, medio centenar de pinturas. Dicha serie fue la última realizada a lo largo de 2009 y se inauguró cuando el museo cumplió 29 años de existencia el 20 de enero del 2010, cuatro meses antes de su deceso. En este último proyecto continuaba resolviendo un juego de luces y sombras con colores dominantes como rojo, negro, blanco y gris. Su técnica seguía siendo impecable y la factura no revelaba que su autor tuviera 81 años cuando la pudo construir en grandes y medianos formatos utilizando acrílico y lienzo como soportes. Rayo había sido especialmente fructífero durante los nueve primeros años de la década del nuevo milenio. Produjo nutridas series de variados colores como Criaturas abisales, Semillas del sol, Corteza del arco iris, Crisálida del arrebol, Mullida huella del viento, Los juguetes de Mateo y su producción final Tizón, fósil de fuego. En ellas el blanco y negro son la base propicia para abordar problemas cromáticos: amarillo, tono dominante en el conjunto dedicado al astro llameante, los seres abisales se ofrecieron en aguamarina o azul petróleo, los juguetes de su nieto lo llevaron a realizar su último conjunto de tonos luminosos y variados: rojo, verde, amarillo, azul, naranja que junto al blanco, gris y negro exaltaban la idea de una lúdica centrada en la sugestión retinal.
Anota el curador del museo de Roldanillo, Miguel González.
En un elegante estilo, se quedó amarrado este artista del Valle del Cauca.
Aunque las comparaciones son aburridas, Eduardo Ramírez Villamizar estudió en Colombia la geometría con severidad y evolucionó su trabajo a medida que los temas le interesaban o, podemos pensar en el español Eduardo Chillida quien también construyó su museo entre San Sebastián y Bilbao; solo se siente la constancia de un gran investigador de la escultura geométrica que llega a nuestros sentidos con el respeto de un alma zen.
La geometría venezolana con Jesús Soto sobrepasa todas las expectativas porque acá el estilo sobrepasa las funciones de la acción. La geometría y la música se unen en una asociación. En la pintura norteamericana sucede lo mismo. Y entre los artistas franceses podemos pensar en la evolución de una artista pintora como Sonia Delaunay. Los artistas valoran su evolución coherente y celebran los hallazgos, mientras que el maestro Rayo se quedó en su estilo con su lúdica función de las formas, colores y sombras. Desde el 20 de febrero está expuesto en la Galería Garcés en Bogotá.