Escribo esto como independiente, como padre de familia, como contribuyente y como alguien que en cien días hasta ahora comienza a trabajar. Lo hago con preocupación frustración y un poco de malgenio,
Según aparece en Google, “la esquizofrenia se caracteriza por pensamientos o experiencias que parecen estar desconectados de la realidad”. Pues bien, lamentablemente en eso se ha convertido la administración de Bogotá. Aclaro no soy epidemiólogo y no voy a ponerme en contra de las recomendaciones de los profesionales de la salud y sus lineamientos, pero si vivo las consecuencias que sufrimos los estúpidos que aun creemos en la formalidad como una manera de construir familia país y ciudad.
1. Mientras a los negocios formales nos piden muy extensos trámites burocráticos y protocolos de bioseguridad, aunados a los sendos operativos policivos de verificación para funcionar, a pocas cuadras del Palacio de Liévano, en la carrera décima entre la sexta y la diecinueve(seguramente hay muchas zonas así), se agolpan al menos unos tres mil informales, quienes no respetan el distanciamiento social ni tienen ninguna medida de bioseguridad ante la vista gorda de las autoridades que criminalizan al negocio formal. ¿Que tienen que trabajar para vivir? Obvio, ¿acaso nosotros no? ¿Por qué mientras les permiten trabajar no les exigen también protocolos de bioseguridad? La alcaldía con este tipo de determinaciones manda un mensaje claro: es de pendejos ser formal, generar empleo, pagar impuestos directos a la ciudad y un arriendo de un local, contribuir a la seguridad social, pues finalmente nos exponemos a la persecución de las autoridades. Mientras el informal recibe toda la ayuda de la alcaldía través del IPES para continuar con su labor, a los formales nos culpan del incremento de contagios en la ciudad.
2. Mientras la alcaldía y sus funcionarios nos persiguen, la Secretaría de Hacienda nos recuerda muy frecuentemente el calendario tributario a través de cartas y correos electrónicos. “Los impuestos que todos aportamos constituyen la principal fuente de ingreso en Bogotá y tienen una enorme relevancia para la reactivación económica de la ciudad y para atender las necesidades de las personas en materia de salud, educación, transporte y bienestar, es decir que se redistribuyen entre la misma población", reza el encabezado. Además, indican las consecuencias jurídicas a las que nos podemos ver enfrentados con los incumplimientos de las obligaciones, pero si no nos dejan trabajar, ¿de dónde creen que vamos a sacar el dinero para pagar impuestos?, ¿creen que si no pagamos lo hacemos por mala voluntad? Definitivamente, se debe estar muy desconectado de la realidad para creer que un independiente o un empresario formal puede generar dinero de otra cosa que no sean sus horas de trabajo, bien sea propias o apalancadas con sus empleados. No trabajen nos dicen, pero cumplan. ¿Cómo carajos?
3. Finalmente, ¿por qué la administración distrital insiste en que no es parte del gobierno? El gobierno es “un conjunto de personas y organismos que gobiernan o dirigen una división político-administrativa". En este caso, tienen la facultad de gobernar, dirigir y proponer soluciones. ¿Por qué el gobierno distrital deja en manos del gobierno nacional la solución de la situación actual de Bogotá? Pareciera que el gobierno distrital se limita únicamente a solicitar confinamientos permanentes, no propone nada distinto. ¿Por qué nos deja en manos de un organismo incompetente?, ¿por qué el gobierno distrital se hace tan incompetente como el gobierno nacional? Por el amor de Dios, ¡ya basta de excusas! Así como la función del contribuyente es sostener la ciudad, la función del gobierno distrital es permitir que la ciudad funcione; así como nos piden que no tengamos excusas con los impuestos en tiempos de pandemia y cumplamos sí o sí, de esa misma manera exigimos que sean recíprocos y cumplan con su función de servidores públicos.
Posiblemente cuando publiquen este artículo estaremos en alerta roja y en confinamiento estricto nuevamente, Dios no lo permita. Lo preocupante es que si no se aumenta la capacidad de UCI difícilmente vamos a salir de la alerta roja en Bogotá en meses. Por eso, propongo una solución: presionar al Invima para que permita el uso de los respiradores nacionales para que Bogotá pueda adquirir las cantidades que necesita a nuestra industria nacional. Yo creo que un organismo como ese debe hacerse por primera vez a un lado por el bienestar de la nación. Sabrá Dios si tanta traba estará favoreciendo algún interés particular... es una alta posibilidad en uno de los países más corruptos del mundo.
Cierro este artículo evidenciando que evito dar algún nombre en particular, pues finalmente los gobiernos no los hace una sola persona.