Cuando Gustavo Petro eligió a Luis Gilberto Murillo como embajador ante Estados Unidos, el chocoano ya tenía una imagen bien ganada en la política interna. Fue uno de los nombres que no levantó muchas críticas a la hora de ser elegido parte del gobierno de la Colombia Humana. Las atropelladas gobernaciones de su departamento, en 1998 y luego en 2011, cargo del que lo suspendieron las dos veces sin haber cometido delito alguno, le dio la puerta de entrada al gobierno de Juan Manuel Santos, en el que ocupó varios puestos trabajando por la afrocolombianidad desde su departamento, pero en el que llegó a ser aún más visible como ministro de Medio Ambiente.
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Tras la suspensión de Álvaro Leyva como Canciller, por cuenta de la complicada licitación de pasaportes, Luis Gilberto Murillo tuvo que dejar su oficina en Washington como embajador y asumir por orden del presidente Petro uno de los cargos más importantes del gobierno, mientras que sus tres hijos y su esposa, la rusa, Barno Khadjibaeva, se quedaron Estados Unidos, siguiendo con la vida que ya tenían armada y donde se habían radicado desde el año 2000, cuando Murillo fue secuestrado por parte de grupos paramilitares.
Con su esposa se conocieron a finales de la década del 80, mientras ambos se formaban como ingenieros de minas en la Universidad Estatal de Moscú, a donde el hoy canciller llegó por cuenta de una beca del Icetex. Tras una larga relación, de más de 10 años, Barno Khadjibaeva, hija de un coronel retirado de la antigua Unión Soviética y Luis Gilberto Murillo se casaron en Moscú. Dos años después, tras hacer un viaje Moscú, Lima, Bogotá y Quibdó, llegaron a vivir en la casa de los papás de su esposo, en el municipio de Andagoya sin que ella supiera una sola palabra de español y sin saber tampoco que rumbo irían a tomar sus vidas.
Seis meses después de haber llegado al Chocó Luis Gilberto Murillo, militante del partido Liberal, fue nombrado por el presidente César Gaviria director de Codechocó. La familia Murillo- Khadjibaeva se fue a vivir en arriendo a Quibdó donde ella pudo empezar a tomar clases de español y a cogerle gusto a la comida típica del pacífico.
Ya con tres hijos se radicaron en Bogotá, de 1995 a 1997, cuando Antanas Mockus lo nombró en la oficina de planeación y presupuesto del Departamento Administrativo del Medio Ambiente (DAMA), a donde llegó también empujado por el partido Liberal, de donde salió como director encargado.
La voz fuerte de Murillo contra la violencia de su departamento, el tráfico de drogas y contra la minería ilegal lo llevaron a ser elegido gobernador del Chocó, a donde se devolvió a vivir, otra vez más en arriendo, con toda su familia. Salió de la gobernación por la puerta de atrás. Haber utilizado cinco millones de pesos que estaban destinados al saneamiento ambiental, por la reparación de una escuela cuando fue director de Codechocó, le costó la destitución por parte de la Procuraduría.
Después de la fallida gobernación su voz se fortaleció al punto que en el 2000 fue secuestrado por grupos paramilitares. Tras su liberación, él, su esposa, nacida en Usbequiztan pero criada en Moscú, y sus tres hijos volaron a Estados Unidos, donde recibieron asilo y donde están radicados desde entonces. Se establecieron en Washington. Al comienzo su vida en el país del norte no fue fácil. Murillo tuvo que trabajar hasta de portero en una discoteca. Los pocos amigos que vivían en esa ciudad le dieron lo que pudieron, colchones inflables, camarotes para que pudieran dormir los niños.
El mítico sacerdote y senador Jesee Jackson le dio la mano a la familia. Murillo entró a trabajar en su iglesia. Barno también logró colocarse en un trabajo administrativo en la Iglesia Unida en Cristo. Murillo escaló rápido, para 2005 el hoy embajador y canciller encargado ya era vicepresidente de la fundación Phelps Stokes, una de las ONG´s con mayor tradición en Estados Unidos.
En 2011 Murillo y su esposa regresaron a Colombia mientras sus tres hijos ya mayores se quedaron en los Estados Unidos. Tenía por delante una revancha en la gobernación de su departamento, que tampoco pudo concluir. Aunque volvió a salir elegido gobernador, lo volvieron a destituir, bajo el mismo argumento que la primera vez.
En los ocho años que duró la presidencia de Juan Manuel Santos Lui Gilberto Murillo ocupó un rol protagónico. Fue nombrado coordinador del Plan Pacífico, una estrategia del Gobierno para atender la crisis social, económica y de violencia en el Pacífico colombiano. Durante el cambio de ministros en 2016 el presidente Santos nombró a Murillo en la cartera del Medio Ambiente en reemplazo de Gabriel Vallejo.
Terminada la presidencia de Santos, volvió a su casa en la capital de Estados Unidos a lado de sus hijos. Regresó como fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo en la Coalición de la Esperanza y ahora, como embajador y canciller de Gustavo Petro a donde llegó a apagar la hoguera con la licitación de los pasaportes y la pelea con la firma que ha tenido por años este contrato.
Murillo llegó de afán a cubrir al canciller Leyva quien deberá estar tres meses por fuera del cargo, mientras que su esposa y sus hijos siguen con su vida en Washington, esperando que Murillo culmine el encargo y vuelva como embajador al país donde han hecho una segunda patria del que Barno por el momento no tiene intención de abandonar.