En 2019, Gilberto Rodríguez Orejuela hizo su último envío para salir libre de la cárcel donde se encontraba en Estados Unidos. A sus casi 80 años, las enfermedades lo machacaban. Tenía problemas en el pulmón, además de un cáncer en la próstata que le hizo metástasis en el colon. Quería que la justicia norteamericana, en un acto de piedad, lo dejara regresar a Cali para morir entre los que más quería.
Una de las personas que estuvo más pendiente de él en la cárcel de máxima seguridad en Carolina del Norte (EE. UU.), donde vivió sus últimos veinte años, fue su exesposa Aura Rocío Restrepo. En la Colombia de los años 80 no era sólo un cuento eso de que las reinas terminaran enredadas con mafiosos. Era casi una realidad.
Como si fueran caballos, los capos iban escogiendo la mujer con la que querían tener hijos. Eran relaciones de conveniencia: el mafioso sacaba brillo y la reina estabilidad. Con el machismo imperante en la época, se manejaba ese tipo de códigos. Sin embargo, el caso de Aura Rocío Restrepo y Gilberto Rodríguez fue una excepción.
Aunque ella se volvió a casar, durante los 28 años que estuvieron separados desde que lo atraparon en 1995 cuando ella misma lo metió en una caleta ubicada detrás del clóset del apartamento, la relación nunca se quebró y se mantuvo firme hasta su muerte en mayo de 2022.
En enero de ese mismo año, Gilberto Rodríguez Orejuela, ya resignado a saber que moriría en la cárcel, le pidió a Aura Rocío Restrepo que intentara viajar a Carolina del Norte para verlo por última vez. Ella intentó cumplir la cita, pero al final, la muerte se le adelantó.
Se conocieron en 1987 cuando él era el gran barón de la coca mundial, trono que sólo le disputaba Pablo Escobar Gaviria, un año antes de que empezara la sangrienta guerra entre carteles. Ella tenía 20 años, estudiaba Administración de Empresas y se acababa de coronar como Reina del Turismo en el Valle del Cauca.
Fue exactamente en una fiesta en un edificio en el sur de Cali. Un Senador los presentó y en ese momento, Gilberto era conocido por ser el dueño de Drogas La Rebaja y por meterle toda la plata que podía al equipo de fútbol América. Su bajo perfil, que lo distinguía de sus rivales de Medellín, le permitía tener una vida social activa, aunque todos sabían a qué se dedicaba.
Un año después de ese primer encuentro de Aura Rocío Restrepo con Gilberto Rodríguez Orejuela, Pablo Escobar descuartizó a uno de los subalternos de Pacho Herrera, el hombre que mantenía llenas las arcas del cartel y Cali le declaró la guerra a Medellín.
En esas circunstancias, otra mujer hubiera salido corriendo, pero Aura Rocío estuvo ahí firme, casi que inquebrantable durante años en donde sobrevivió a atentados con helicópteros, roquetazos y vio a una clase política arrodillándose ante su esposo.
La mujer de Gilberto Rodríguez Orejuela dice tener pruebas contundentes sobre la entrada de dineros calientes del Cartel de Cali a la campaña presidencial de Ernesto Samper y tiene al exmandatario en la mira desde su cuenta de twitter. El año pasado, ante un trino de Samper, ella respondió de esta manera:
“Yo escuché a Gilberto Rodríguez Orejuela hablar con usted por teléfono, vi cajas y cajas de dólares enviadas para su campaña, sé de los compromisos que adquirió y no pudo cumplir. No sea cínico sinvergüenza. En serio, se pasa... Vergüenza ajena”.
Según su versión, la plata se la enviaba el Cartel de Cali a la campaña en bolsas de basura, cajas de zapatos. Las llamadas entre Gilberto Rodríguez y Ernesto Samper fueron innumerables. Por eso, buena parte de la clase política colombiana vigente en los años noventa podría estar inquieta ante el reciente anuncio de Aura Rocío Restrepo de contarlo todo.
Aura Rocío Restrepo, a sus 55 años de edad, intenta llevar una vida normal en Cali, después de haber pagado ocho años de cárcel por encubrir a Gilberto Rodríguez en su momento y ahora se apresta a publicar una nueva edición del libro No quiero callar con un tomo extra, nuevas revelaciones y hasta “una edición de audiolibro para los perezosos”.
