El calor del verano en Buenos Aires es la excusa perfecta para Daniela Rendón, esposa de Franco Armani: puede caminar por la capital argentina con sus inmensos escotes, algunos de los que llegan hasta la correa del pantalón.
Las fotos que tenía en redes la convirtieron en una estrella desde antes de dejar Medellín para mudarse a Buenos Aires. Ya los argentinos sabían quién era esa chica, compartían sus fotos en todos los canales de televisión, y la convirtieron en una especie de diosa: es voluptuosa, y tiene el pelo rubio - teñido pero rubio - lo que es combinación perfecta en el cono sur.
Sus redes sociales solo tienen fotos desde el 2014, después de comenzar su relación con Franco Armani. Antes de eso es como si no existiera.
Se conocieron en el 2011 en una cena. Intercambiaron teléfonos, y a los tres meses se casaron. Un noviazgo express. Desde entonces están juntos. Franco Armani llegó al Nacional ese mismo año con el duro reto de reemplazar a Pezzuti, quien era entonces un ídolo. Armani comenzó a entrar, pero fue Daniela quien lo apuntaló emocionalmente.
Entre los dos pudieron convertir al argentino en uno de los más queridos jugadores del Nacional.
Daniela convenció al arquero de que la acompañara un día a la iglesia cristiana a la que iba con su familia. Se acababa de lesionar la rodilla y parecía que su carrera había terminado. Pero su esposa lo cogió de la mano y lo guio por la puerta de la iglesia. Lo primero que vieron fue una multitud cantando, pero lo que más impresionó al argentino fue la gente que al final de la prédica se desmayaba.
Pero Daniela terminó convirtiendo a su esposo, y Armani hoy dice que si no fuera por acercarse a ese pastor, su rodilla nunca habría aguantado la recuperación. Ahora que vive en Argentina, Armani llama todos los miércoles al mismo pastor para hablar y luego hacen un plan de trabajo religioso para la semana.
La paisa estudio un par de semestres Derecho, pero decidió abandonar el estudio: se dedicó a modelar y el resto del tiempo lo dedica a ser esposa. Todas las mañanas le plancha la ropa que su esposo usará para llegar al entrenamiento. Y ella, con orgullo ante cada micrófono que le abran, dice que es feliz teniendo a un hijo más como Armani.
Se siente increíblemente cómoda frente a los ojos de la gente. Bien sea ante una cámara, sobre una pasarela o caminando en la calle, se siente cómoda. En el 2006 fue Miss Sonrisa, el primero de sus triunfos.
En Argentina causa furor. En un país donde las mujeres de los futbolistas son casi tan interesantes como los futbolistas mismos, Daniela juega con la prensa. Cuando Armani quedó campeón la semana pasada con River, ella pone en redes “Coronamos, y a mí me coronaron”, y los medios se estallan sacando jugo. Mientras tanto, ella goza.
La última avalancha en redes fue porque apareció en este video, y los medios corrieron para anunciar que había salido ligera de ropa.
Cuando camina en las calles, la paran para tomarse fotos. Tiene agenda copada par ir a los shows televisivos, y los diarios la buscan a cada rato para hacerle entrevistas. Daniela, la exótica paisa, está triunfando a la par que su esposo, el arquero de River Plate, Franco Armani.