Desde pequeño escuchaba las historias de mi padre sobre un pueblo lejano y escondido en los Montes de María, dónde la tradición oral cuenta que existía un hombre más atrevido que el propio Escalona, ya que este lo retaba con su pañuelo rojo al ritmo del tambor y la gaita.
Cuando llegué a Ovejas siempre me cuestioné la paz que se respira aquí y cómo sin importar la miseria de la guerra, la cultura de la gaita junto a sus gestores nunca dejaron de existir.
La propia historia reciente de Ovejas fue para mí una muestra viva que expone el valor del arte para los pueblos de Colombia e incluso la historia universal.
Esta misma nos cuenta el contexto del artista a evocar, ya sea Mozart con su sinfonía 40 sin introducción y su ópera El barbero de Sevilla, la cual puso a prueba la moral de su época, hasta una rockera en un vídeo en blanco y negro que canta por él sin sentido de una guerra, exponiendo a los artífices de las mismas con la palabra zombie.
Émile Durkheim nos expuso en su momento las realidades que tenía que vivir una sociedad para que esta llegara a su punto álgido desde la transformación, reinvención y creación como procesos necesarios para la evolución del contexto.
Yo creo que esta realidad se puede aplicar para aquel pueblo de leyendas aún reprimidas porque su propia riqueza aún no ha encontrado Guaquero, capaz de descubrirla.
Pero se consideró que la cultura que hay en Ovejas necesita y requiere una identidad, que logré visibilizar a aquellos gestores que siempre han estado allí y sueñan como siempre, los mismos que me cuentan con una cátedra de la Gaita que narre nuestras historias e instruya en el aprendizaje del mismo.
Pero opino que la oportunidad de que esta tierra de tonos clásicos y casas de fachadas republicanas está en ver que Ovejas tiene más que dar en materia de arte, y estos sectores como los artesanos, grupos de cocina tradicional necesitan ser visibilizados más allá del título de gestores culturales.
Puedo pensar que es imperante comenzar a priorizar tal vez igual, pero en un contexto más moderno como lo vio Adam Smith en su momento, la generación del arte y todo lo que este conlleva para Ovejas-Sucre, como la apertura a aquel mundo lleno de críticas necesarias y aportes ricos en la construcción de la paz y el perdón, para poder estar preparados a los retos que se vienen para nuestra economía.
Como gestor cultural hago un llamado a que por medio de la necesidad de una generación de identidad frente a nuestra cultura nos animemos a hacer cercano el plan local de cultura, revisando detalladamente lo que se consolidará en la creación del comité local de cultura, ya que ahí estará la representación de nuestro pueblo en esta materia de la cual seré parte en representación de los jóvenes, siendo está es la oportunidad de exponer su sentir frente a lo que es hoy Ovejas-Sucre en su cultura, para que siga siendo aquel baluarte que es lo nuestro escuchado en la reflexión de aquellos que le pertenecen a este Caribe de los que nunca se fueron.