Hace pocos días se suscitó una controversia gramatical debido a un error de redacción. El expresidente del Congreso, Ernesto Macías, instaló una placa en honor al expresidente Álvaro Uribe, con esta leyenda: “Al doctor Álvaro Uribe Vélez, colombiano ejemplar quien regresó al senado…”. Una vez se supo de la leyenda de la placa la tuitera Carolina Sanín publicó que había un error de redacción en ella, lo cual corroboró, también vía Twitter, la RAE, que adujo que no es correcto decir “quien regresó al senado” sino que debe ser “que regresó al senado”.
Sirva este introito para sentenciar: la escritura correcta es el talón de Aquiles de los colombianos. Veamos.
En 2012, se generó una polémica nacional debido a la renuncia pública de Camilo Jiménez, profesor de Evaluación de textos de no ficción de la Universidad Javeriana (una de las mejores y más reputadas del país) a su cátedra de Comunicación Social. Renunció porque, según él, sus alumnos no podían escribir correctamente un simple párrafo. Su dimisión suscitó todo un debate en cuanto a la educación lingüística en las universidades colombianas. Tanto, que en los principales medios de comunicación varios columnistas opinaron sobre el asunto. Los titulares no podían ser más dicientes: Analfabetismo universitario (El Espectador); Colombianos se rajaron en escritura (Semana); Golpeada y hundida, la ortografía mutó a la horror-grafía (Mineducacion).
En 2012, otro escándalo gramatical salió a relucir a la palestra pública. Una citadora del juzgado de Promiscuo Municipal de Guática (Risaralda) acusó su jefe, el juez Manuel Antonio Marín Arredondo, de acoso laboral porque este la sometió a un examen de ortografía puesto que la susodicha, en la redacción de los documentos del juzgado, cometía groseros errores de ortografía (haquella, cituaciones, abria…). El caso llegó hasta el Consejo Superior de Judicatura que, entre otras cosas, arguyó: “la responsabilidad del cargo es tal que un proceso judicial puede caerse fácilmente, ya que las deficiencias en redacción pueden cambiar el sentido de los fallos”.
Luego del tsunami mediático, algunas universidades del país decidieron implementar en sus campus cursos y talleres de redacción, ortografía y comprensión lectora. ¿Lograrán su objetivo?
La ortografía y la redacción correcta son importantes en el plano laboral profesional. Un abogado que escriba Concejo de Estado en vez de Consejo de Estado deja mucho que desear; lo mismo los concejales y diputados que se autodenominan “corporados”, a sabiendas de que esa palabra no existe en español. Una coma ubicada en el lugar indebido puede cambiar el contexto de un fallo judicial, por ejemplo.
Consciente de la problemática educativa, la Universidad Cooperativa sede Arauca se ha propuesto combatir la falta de ortografía y la regular redacción de los universitarios; por ello contrató los servicios de un instructor pedagogo, que se encargará de enseñarles a los alumnos cómo escribir de manera correcta. Muy pronto verán a los alumnos de la Cooperativa escribir en los diferentes medios comunicación con el objetivo de narrar lo que acaece en su territorio.