La esclavitud moderna de la Ley 789 de 2002, sancionada por Uribe

La esclavitud moderna de la Ley 789 de 2002, sancionada por Uribe

"Dicho cambio dio pie a algunos empresarios para tratar a los trabajadores como los mismos esclavos categorizados de la Antigua Grecia"

Por: Diana Carolina Abril Giraldo
julio 13, 2018
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La esclavitud moderna de la Ley 789 de 2002, sancionada por Uribe
Foto: Pixabay

En Colombia, la mayoría de personas trabajan bajo diferentes modalidades de contratación, bien sea con contrato a término fijo, indefinido, prestación de servicios, obra o labor, entre otros. Como es sabido, a partir de la Ley 789 de 2002, sancionada por el expresidente Álvaro Uribe, con referencia a algunos tipos de contratos, en cuanto al cambio que se dio con respecto al pago de horas extras, dominicales y festivos, se pasó de ser esclavos en la edad media a la edad antigua, retrocedimos en el tiempo a un equivalente de más de un siglo. Dicho cambio dio pie a algunos empresarios para tratar a los trabajadores como los mismos esclavos categorizados de la Antigua Grecia, aunque sin ser objeto de golpes, y de compra y venta como cualquier bien o servicio.

Actualmente, algunos trabajadores son grabados, vigilados y controlados, además se deben someter a reglamentos de trabajo, que algunas veces son abusivos, a un cumplimiento de horario acorde a las necesidades de la compañía, a trabajar horas extras que en ocasiones no las pagan, o que no representan lo que antes de la Ley 789 de 2002. Eso se lo debemos al expresidente Uribe. De igual manera, muchos son condicionados a cumplir las políticas internas de cada entidad, así sean injustas, a trabajar bajo presión cuando la empresa lo exige, y al requerimiento del llenado de formatos hasta para ir al baño, esa es la esclavitud moderna.

Por lo anterior, elegiría volver al que tanto nombraba un profesor de apellido Cleves, el paleolítico superior, donde estábamos en completa libertad, si bien éramos tan solo cavernícolas podíamos deliberar, decidir y pensar. El día de hoy no difiere mucho de los maltratos de la esclavitud que subyugaba a los afros anteriormente. Ahora se es esclavo del sistema jerárquico e impositivo, donde los esclavistas con el transcurrir del tiempo tienen cada vez más alas, lo que no permite a ninguno al menos opinar.

Adicionalmente, algunos trabajadores son amenazados constantemente con insinuaciones de despido o de no ser contratados nuevamente, además se realizan contrataciones a conveniencia de la entidad, sin posibilidad alguna de ganarle a un bufete de abogados que estará alerta para salvaguardar el patrimonio de la empresa.

Asimismo, un gran número de trabajadores vive con temor de decir lo que cree, porque en cualquier momento y sin razones fundamentadas prescindirán de ellos por pensar un poco y anteponer su dignidad y sus derechos ante cualquier asomo de ultraje en el mundo laboral. Si así fuera, los eliminarán cual si fueran mercancía defectuosa.

Para terminar, la esclavitud no se ha terminado, se sigue siendo esclavos y mucho más desde la modificación del Código Sustantivo de Trabajo en el 2002, con el mismo "sistema" disfrazado de modernidad, que solo va en detrimento de la salud física y mental de algunos trabajadores, y que no es desmejorado por los latigazos que anteriormente dejaban marcas en la piel, sino por las reformas laborales que han debilitado la calidad de vida del trabajador. Por tanto, se seguirá con el mismo temor a no poder sobrevivir a las injusticias laborales, y a este país en el que si no se trabaja no se come, donde se trata a las personas como simples peones, y si no funcionan de acuerdo con el parecer del directivo de la empresa o de cualquier miembro de la misma será reemplazado, como cambiar de muda de ropa, a esa competencia absurda que siempre traerá a alguien dispuesto a hacer lo mismo, de forma mecánica, como cualquier robot, e incluso cobrando más barato.

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