El trabajo, así como lo dice en el libro la ética del comunicador, “ Nunca se debe permitir ser esclavo del trabajo o hacer del trabajo un fin, sino un medio para lograr las más altas aspiraciones”.
Este debe ser considerado como aquel medio que nos llene de satisfacción, nos permita cumplir nuestras más altas metas, debe ser aquello que nos engrandece tanto como profesionales al igual que como personas.
Es por tal motivo que a lo largo de nuestro caminar profesional al tiempo que nuestra experiencia va en aumento, nuestra ética y moral debe ir de la mano, pues el hombre al momento que profesionalmente va creciendo así mismo va ir aumentando su ambición.
Pero que tanto puede crecer esta, al momento de hablar de ambición no solo nos referimos a aquella ambición de dinero, la lucha de poder es algo muy presente en la sociedad.
No es algo que viene de ahora está siempre ha existido, he aquí un buen momento para hacer uso de aquel dicho “el que tiene el conocimiento tiene el poder” pues es que entre mayor sea tu sabiduría, así serán tus oportunidades de ascender en el mundo laboral, el trabajo desde los inicios han permitido que los seres humanos desarrollen habilidades que le permiten defenderse, siendo estas parte primordial de su crecimiento, puesto que a medida que nace una necesidad, se crea una nueva manera de darle solución a esta.
Ejemplo clave es, el fuego, el cual fue descubierto e implementado para que pudiéramos cocer los alimentos y calentarnos, enseñándole a los hombres una nueva forma de trabajar, así mismo en la actualidad debe de ser visto el trabajo como aquel medio que nos permite cumplir un objetivo para saciar nuestras necesidades.
En conclusión el trabajo debe realizarse con la plena convicción de que este nos ayudará a ser mejores y salir adelante, para que así se pueda disfrutar del mismo y no se convierta en una actividad monótona de la cual solo se saca beneficios materiales, sin tener presente que a través de este es que el ser humano ha logrado evolucionar.
Adriana Cordero Vallejo, Aura Nuñez Altamar y Andrés Rivero Milanés