Es época de posturas extremistas en Colombia y el fútbol no es la excepción, parte de la opinión pública clama el regreso de don José y otro sector pide que el DT argentino no siga como mandamás de la tricolor. Lo cierto es que alejándose de posiciones radicales que van más con la pasión y la emocionalidad que con la razón, al hacer un balance de la gestión Pékerman se encuentran aspectos a favor y en contra para analizar su posible continuidad.
Como siempre recomiendan es mejor empezar con lo bueno. Si bien concebir un deporte desde las cifras es algo propio de la cultura estadounidense, cada vez se vuelve más común analizar el fútbol con estadísticas y en ese rubro a José Pékerman le va bastante bien. Su promedio de efectividad está por encima de la media, 63.06%, para ser más exactos, un número que no da lugar a reclamos.
Por otro lado, el DT argentino puso a soñar a los colombianos en dos mundiales, algo que en otra época parecía una utopía, pues clasificar a la mayor competencia a nivel de selecciones para Colombia era toda una odisea, mucho menos se podía llegar a pensar en pasar la primera ronda en la misma. Esa alegría inesperada hizo que don José se metiera en el corazón de más de un colombiano.
Otro aspecto a resaltar es que la experiencia que adquirió Pékerman dirigiendo la Selección Argentina (mayores, Sub 20 y Sub 17) y con su paso por el fútbol mexicano afectó positivamente el accionar de los jugadores colombianos, les sirvió para creer en un proyecto y les dio esa jerarquía que tanto le faltaba a la selección en años previos cuando fue dirigida por técnicos del ámbito nacional. Si algo se le reclamó a la Selección Colombia en aquella época es que los jugadores carecían de fortaleza mental y se dejaban pasar por encima contra rivales de jerarquía y renombre, si bien Pékerman fue derrotado en múltiples ocasiones contra rivales de peso dirigiendo a Colombia, nunca fue humillado, goleado ni se vio tremendamente superado por ningún rival.
Es innegable que Pékerman ha tenido sucesos para resaltar, pero también otros que son susceptibles a la crítica: la otra cara de la moneda.
Para analizar aspectos negativos hay que comenzar con la que es quizá la mayor crítica al proceso, la Selección Colombia con Pékerman no ganó nada. Es difícil ganar a nivel de selecciones, mucho más que al dirigir un club, es complicado triunfar en un mundial, ya que casi siempre los ganan los mismos y la Selección no hace parte históricamente de ese grupo exclusivo, pero de pronto Colombia pudo hacer más en alguna de las dos Copas Américas que disputó con Pékerman a la cabeza, especialmente en la Copa Centenario 2016, en la cual el nivel general de las selecciones fue muy bajo, era una oportunidad perfecta para aprovechar y alzarse con un título.
Sumado a esto, Pékerman renunció claramente a su estilo en momentos decisivos y esa falta de convicción en la idea propia es algo para condenar abiertamente. Desde la época en que dirigía a Argentina, cuando quedó eliminado del Mundial 2006 ante Alemania, dejando a Messi en el banco (por más increíble que parezca, esto sucedió), Pékerman mostró cierta falta de coherencia entre su estilo habitual y su estilo en momentos clave.
En muchas ocasiones dejó de lado la tenencia del balón y el juego de posesión que lo caracteriza y se tiró atrás de forma timorata, prueba fehaciente de esto fue la última actuación de Colombia ante Inglaterra en el Mundial de Rusia 2018, partido en el que el estratega argentino paró una línea de 3 volantes de marca en el centro (Barrios, Sánchez y Lerma), enviando un claro mensaje, cuya prioridad era mantener el cero en su arco más que tratar de lastimar. Teniendo en cuenta que Inglaterra no era una máquina ofensiva ni mucho menos, de hecho, era un equipo físico que dependía en exceso de su goleador Harry Kane, la decisión de Pékerman fue errada.
En los cuartos de final del Mundial de Brasil 2014, partido en el que Colombia enfrentó precisamente al anfitrión de la Copa, el DT argentino sacó a Abel Aguilar, quien venía dándole buenos resultados, y puso a Fredy Guarín, una improvisación sobre la marcha que no tuvo lógica y conllevó a que durante los primeros minutos el funcionamiento del equipo se viera alterado. En la segunda mitad, Colombia lució mejor, pero no le alcanzó para empatar el encuentro. Una vez más, Pékerman renunció a su estilo tradicional para hacer un ajuste innecesario y condicionar a la Selección.
Otro aspecto que se puede profundizar es el mismo promedio de efectividad, pues si bien es difícil de discutir, este tiene algunos matices que es necesario aclarar. De ese 63.06%, hay una 78.33% que hace parte de los amistosos de la selección y que ayuda a subir el promedio final considerablemente. El problema es que es bien sabido el poco gusto que tiene don José por exponerse ante equipos fuertes en partidos no oficiales, algo que le han criticado durante sus años de mandato, pues no es lo mismo tener un alto promedio derrotando a rivales de alta envergadura que hacerlo enfrentando a Kuwait y Bahréin, como sucedió en su momento.
Por último, otro hecho que ha generado polémica en la conducción de la Selección Colombia en la era Pékerman es su propio representante, Pascual Lezcano, un experiodista y actual representante de jugadores y técnicos que acompaña a don José a todas partes y que tiene gran influencia dentro de la Selección. Es de conocimiento público que, como si fuera un miembro del cuerpo técnico del combinado nacional, Lezcano comparte el mismo hotel del equipo, usa la indumentaria de la Selección, viaja en el mismo bus, aborda el mismo avión de la delegación y antes de cada partido es normal que esté en el banco colombiano.
Muchas decisiones de logística no se toman sin la aprobación de Lezcano. Incluso escándalos sobre jugadores que han sido convocados a la selección y después vendidos a equipos con los que Lezcano tiene contacto, como fue el caso de la venta de Juan Fernando Quintero al Pescara de Italia, han saltado a la luz. Sin duda, estar cerca de un sujeto como Lezcano que se toma atribuciones que no le corresponden es algo que deja mal parado a Pékerman desde su ética profesional y lo pone en el ojo de la crítica periodística.
El balance está sobre la mesa, Pékerman no es el gran DT que, desde el chauvinismo barato y la emocionalidad que genera haber superado la primera fase en dos mundiales, muchos quieren hacer creer, pero tampoco es un mal técnico que carece de trabajo y de ideas como parte del periodismo deportivo malintencionado afirma. Tiene aciertos y también errores. Por otra parte, es incierta su continuidad al mando de la Selección Colombia, al parecer desde su país lo vendrán a buscar para que asuma en Argentina como manager o directamente como DT y eso condicionaría su decisión de seguir en Colombia. Si es así, sería pertinente dejarlo ir, refrescar, recibir un cambio, eso sí, que el cambio sea para mejorar, de nada sirve volver a los viejos tiempos donde el regionalismo se apoderaba de la Selección.