Con el tiempo y al mejor estilo de Stalin, Mao y el de otros, extirparon a los estorbosos en sus intenciones y formatearon el cerebro para tres generaciones obedientes.
De la islita de cien mil km secos, con once millones de adoctrinados, pasarán —si las cosas se les dan— a mandar tras bambalinas en novecientos mil de tierra petrolera, de minerales y más —lo paradójico es que apresan la patria del libertador—. Y lo viene haciendo Raúl con su paciencia de comunista moviendo treinta mil hilos invisibles —sus enviados a Venezuela— y teniendo de su mano hiperestesiada al muñeco de ventrílocuo: Nicolás, el que vocea ese discurso tontuelo que embelesa, que seduce a los más débiles y necesitados.
Se avizora así, la Venecuba sudamericana. La que sin querer queriendo inició hace dos décadas el oportunista Chávez, allanado su camino por la corruptela de dirigentes pasados —en esa locura de la bonanza del zumo de dinosaurio, del oro maldito, del oro negro—.
camino por la corruptela de dirigentes pasados —en esa locura de la bonanza del zumo de dinosaurio, del oro maldito, del oro negro—.
Ahora, con el logro de ayer —diez de enero—, de no perder el poder y dándose otro recorrido, quedarán en Cuba los rasos, dispuestos a la construcción de la base rusa que defenderá los intereses de la Venecuba castromadurista y así, poco a poco, con su paciencia comunista, veremos en el sur continente hacer metástasis a otro de los sistemas que ha fracasado para administrar a la humanidad, pues ni qué hablar de los demonios del tal capitalismo, menos del actual en la era Trump.
Nota. Ni izquierda ni derecha. La corrupción es ambidextra.