La historia suele andar en cauces espirales, muchas veces cosas que creíamos en el pasado se repiten en el presente, no a manera de copia exacta. Por supuesto cada época cuenta con contextos y particularidades distintas que hacen rica la historia en su contenido, además también se aprende de los errores del pasado para no repetirlos en el presente y en el futuro, sobre todo en las estrategias de dominación geopolítica.
Al igual que hace casi cien años, ahora mucho más, Estados Unidos ha tenido como política exterior un riguroso control geopolítico en el cual, como es de público conocimiento, América Latina juega un rol sumamente preponderante. Es así como hace más de cien años, luego de ayudar de manera decisiva a Cuba de liberarse del yugo del imperio español, pasó a aprovechar su supremacía sobre la pequeña isla para concederle una pseudo independencia: esta estuvo marcada por más de 30 años con la Enmienda Platt. Dicha enmienda autorizaba al gobierno norteamericano a intervenir militarmente en la isla en caso de que la democracia y/o los negocios norteamericanos en Cuba se vieran amenazados dentro del país caribeño.
La enmienda que fue instaurada con el acólito de la clase política cubana duró más de 30 años. Bajo esta se construyó la base militar de Guantánamo y se propició de manera totalmente legal una invasión norteamericana que instauró un gobernador puesto por Estados Unidos y disolvió los poderes existentes en Cuba, esto último ocurrió en 1906 cuando Tomas Estrada pidió que interviniera el ejército estadounidense para calmar la insurrección que florecía en Cuba.
Los apoyos directos de Estados Unidos, las invasiones, las imposiciones económicas, las dictaduras y demás hechos ocurridos durante casi todo el siglo XX le dejaron una gran lección en la nación norteamericana, es así como pasó a un cambio táctico para seguir con su estrategia de dominación: crear organismos multilaterales aparentemente independientes pero fuertemente controlados por ellos, esto incluyó organismos políticos, económicos, sociales, militares en los cuales el nombre o la mano de Estados Unidos no se viera directamente.
Es así, bajo todo ese contexto, como 100 años después de la Enmienda Platt, en Venezuela resurge un adefesio similar de la manga de la oposición. En medio de la convulsión política que vive el vecino país, el parlamento, único órgano reconocido por Estados Unidos y abiertamente pro estadounidense, creó lo que se denomina “estatuto de transición”, el cual reglamenta el manejo político del país una vez Nicolás Maduro deje el cargo, por la vía que sea.
De todo el polémico articulado que posee este, llama la atención el artículo 29 que autoriza al “gobierno provisional” que encabeza Juan Guaidó, con autorización previa del parlamento, a pedir ayuda a la comunidad internacional para intervenir en Venezuela “con fines de restablecer la soberanía estatal en el territorio”. Sobraría explicar lo que el mismo Guaidó ha reconocido o denomina abiertamente como la “comunidad internacional”. Sobraría comentar si el parlamento que se ha demostrado abiertamente afectuoso a la Casa Blanca dudaría un ápice autorizar la intervención extranjera en caso de reticencia a lo que ellos han denominado el “gobierno provisional”.
Si Maduro debe continuar en el poder y el destino que debe seguir Venezuela es claro que lo deben decidir los venezolanos, pero también es claro que este articulo propicia o da pie para que vuelva ocurrir lo que sucedió en 1906 en Cuba: una intervención militar para instaurar un gobierno afecto a los Estados Unidos de Norteamérica. os latinoamericanos, independientemente del espectro ideológico que profesen, deben rechazar esta agresión imperial en Venezuela.