¿Alguna vez te has preguntado de dónde diantres viene este bendito cuento de los impuestos? De una te hago un breve recuento.
Sucedió que a estos lares que hoy pisamos los colombianos, allá por el año 1500, llegó un grupo de matones depredadores mal llamados conquistadores. Expropiaron las tierras de los aborígenes, robaron todo el oro que pudieron y ¡chucundún!, se mezclaron con mujeres caribes, taironas, chibchas, incas, etc., dando inicio al mestizaje del que hoy más de la mitad de la población tiene un tris o un mayor tanto.
Fue así que luego se creó la colonia de la Nueva Granada (550-1819), en la que buena parte de la riqueza iba a dar al insaciable Reino de España.
Entre las pesadas cargas estaban el almojarifazgo, un oneroso arancel aduanero que debía pagarse por toda mercancía que saliera o llegara a Cartagena o Santa Marta; la alcabala, que debía cancelarse por compra y venta de muebles e inmuebles; y la media annata, sacada a funcionarios del virreinato de su salario.
Vino la independencia en 1819, con libertad solo para los criollos, puesto los negros siguieron siendo esclavos y el resto siervos de señores feudales.
Hasta bien entrado el siglo XX la cosa fue de suavena-y-su-pitillo para los señorones de la oligarquía. ¡Antes de la ley 56 de 1918 ningún rico pagaba imporrenta, puesto que no existía tal gravamen!
En 1963 apareció el IVA, creado entonces con tarifas que iban del 3 al 10%. Hoy la tarifa general está en el 19% y va a quedar ahí por simbolismo: M-19 fue un grupo político en que militó el primer mandatario, y el 19 de junio fue el día en que ganó la presidencia.
Seguimos y ya en serio entramos en materia.
Como porcentaje del PIB, el recaudo tributario en Colombia solo alcanzó el 1.3% en 2020, un nivel bastante inferior al del promedio de los países que componen la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), que es de 8%. En abril de 2020, o sea en el desgobierno de el-que-se-fue-no-hace-falta, Colombia se convirtió en el miembro 37 de la OCDE y uno de sus deberes es ponerse a tono con el aumento de la tributación.
¿Qué busca el proyecto de reforma? Veamos los puntos básicos.
- Aumento de tarifas de impuesto de renta a quienes ganen más de $10M (millones) mensuales. No cuenten conmigo y tampoco contigo.
- Impuesto al patrimonio del 0.5% para patrimonios entre $3.000M y $5.000M. Si supera la cifra anterior, entonces la tarifa será del 1%. Aquí tampoco voy.
- Eliminación de beneficios tributarios a empresas. Ojalá.
- Impuesto de 10% a exportaciones de petróleo crudo, carbón y oro, de acuerdo a precios de mercado internacional. Lo apoyo.
- No a los tres días sin IVA. Siempre me cogieron sin plata.
- Impuesto del 10% sobre el precio de venta a alimentos ultra-procesados y con exceso de azúcares. ¡Ojo con el lobby de los Tobón!
- Eliminación del GMF (gravamen a los movimientos financieros), más conocido como el 4 X 1.000. ¿Esta vez sí será?
Mejor dicho, es como quitarle un pelo a un gato. Pero lo que más le duele a un neoliberal salvaje es que le saquen algo de su pochudo bolsillo. Así sea de los que le queda poco tiempo en este país “potencia de la vida”. Rodolfo Hernández, Luis Carlos Sarmiento, Fuad Char y otros potentados ─ya con el sol a las arrugadas nalgas─, podrían decir: “colaboremos con este billoncito al fisco”. Quizás esto les serviría para ganarse con gran razón una banca a la derecha del Señor. O a la izquierda. Vaya uno a saber...
En el fragor de intensos debates, con discursos veintejulieros, saldrán modificaciones, supresiones y adiciones a lo proyectado. Puede que se incluya otro permiso al gobierno para modificar la estructura administrativa de la Dian, una especie de amnistía de intereses moratorios a deudores, incentivos para el ingreso a la economía nacional de divisas malosas desde paraísos fiscales, etc.
Aún después de aprobada por el Congreso y firmada por el Presidente, habrá demandas de inconstitucionalidad que podrán tumbar de manera total o parcial uno que otro artículo de la reforma.
También recordemos que habrá efectos contantes y sonantes que solo se verán el año próximo. El gobierno verá cómo hace para solventar compromisos de pagos que apremian. ¿Será acabar con gastos sospechosos de estar ligados a corrupción? ¿Emitir bonos de deuda a siniestra y a diestra? ¿Prestar? ¿Apretarse el cinturón? ¿Prender la maquinita de hacer billetes del Banco de la República? Se oyen otras sugerencias…