El presidente Gustavo Petro se encuentra ante una decisiva encrucijada política y diplomática: decidir si asistirá a la ceremonia en la que Nicolás Maduro será proclamado presidente de Venezuela. Recientes declaraciones de Nicolás Maduro han reforzado su intención de perpetuarse en el poder. En octubre de 2024, durante un discurso público, Maduro expresó que estaba listo para asumir un nuevo período presidencial el 10 de enero de 2025 y reiteró su compromiso con la “revolución bolivariana”, sugiriendo, según analistas, que no contempla abandonar el poder.
Este acto, cargado de simbolismo para el chavismo, ha dividido opiniones en Colombia e internacionalmente, donde críticas y cuestionamientos se multiplican. Una reciente encuesta de Cifras y Conceptos revela que nueve de cada diez colombianos están en desacuerdo con que el Gobierno reconozca a Maduro el próximo 10 de enero de 2025.
Las relaciones bilaterales han sido de ires y venires
La relación entre Gustavo Petro y los principales líderes del chavismo ha estado marcada por altibajos. Nicolás Maduro, en junio de 2023, elogió a Petro como un "hermano" y "líder progresista de América Latina", destacando la reactivación de relaciones tras años de ruptura diplomática. Esta reanudación ha permitido un aumento del comercio bilateral y el avance en acuerdos de seguridad fronteriza, aunque también ha generado críticas por el posible fortalecimiento de un régimen autoritario. Sin embargo, no ha dudado en criticarlo, como sucedió en agosto de 2022, cuando tachó de "irreal" la propuesta de transición energética del mandatario colombiano.
Diosdado Cabello, por su parte, ha alternado entre considerarlo un "aliado clave" para la integración regional, como mencionó en septiembre de 2023, y acusarlo de "hipocresía" por condenar las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, como lo hizo en diciembre de 2022. Estas dualidades reflejan el complejo panorama que enfrenta Petro.
Las declaraciones de Petro sobre los líderes venezolanos también han sido variadas. En enero de 2023, elogió a Maduro por colaborar en la reapertura de la frontera colombo-venezolana, calificándolo de un ejemplo de cooperación para superar conflictos heredados. Sin embargo, en abril de 2021, cuando aún era senador, calificó a Maduro como "un obstáculo para la democracia en Venezuela" y exigió elecciones libres y transparentes. En cuanto a Diosdado Cabello, en marzo de 2023 Petro lo describió como "un actor fundamental para lograr estabilidad política en Venezuela", aunque en junio de 2020 cuestionó su influencia en la justicia venezolana, señalando que erosionaba cualquier posibilidad de imparcialidad.
Por otro lado, el panorama en Venezuela suma nuevos protagonistas. La oposición, liderada por Edmundo González Urrutia tras las elecciones de julio de 2024, enfrenta la negativa del régimen de Maduro a reconocer su triunfo. González Urrutia ha exigido el apoyo de la comunidad internacional para legitimar su liderazgo. Paralelamente, María Corina Machado, figura clave de la oposición, ha denunciado una escalada represiva contra manifestantes que apoyan su agenda democrática, advirtiendo que la región no puede ignorar el deterioro de la democracia venezolana.
Petro y el canciller Murillo no la tienen fácil, el costo político interno será alto, incluso le dará a la oposición argumentos contra el Gobierno, y con el nivel de violación de derechos humanos del régimen venezolano, de llegar a reconocer a Nicolás Maduro como presidente para el período (2025-2031), también tendrá costos internacionales, pero sobre todo regionales.
Alternativas de Petro frente a la invitación de posesión de Maduro
Asistir a la proclamación: Esta decisión fortalecería la relación bilateral en temas de comercio y seguridad fronteriza, pero sería interpretada como un aval a un régimen cuestionado por su autoritarismo. Esto podría generar rechazo interno y afectar la percepción de Colombia en la comunidad internacional.
Enviar un representante diplomático: Este camino intermedio permitiría mantener relaciones sin un compromiso directo. Petro podría justificar su ausencia en asuntos internos prioritarios, buscando minimizar el impacto político.
Rechazar la invitación: Alegando preocupaciones democráticas y presiones del Congreso, Petro podría optar por no asistir. Sin embargo, esto podría escalar tensiones con el gobierno de Maduro y perjudicar proyectos conjuntos.
Comunidad internacional y presión interna
La postura de Petro también será evaluada por actores internacionales. Human Rights Watch ha cuestionado duramente al régimen de Maduro, calificando de "burla" las recientes propuestas de elecciones repetidas. Mientras tanto, en Colombia, 75 congresistas han pedido formalmente que Petro decline la invitación, reflejando una clara oposición política.
La encuesta de Polimétrica también muestra que el 74% de los colombianos rechaza la participación de Maduro como garante en los procesos de paz con el ELN y las disidencias de las FARC. Adicionalmente, un 65% no está de acuerdo con que Venezuela se convierta en el principal proveedor de gas para Colombia.
Expectativas y repercusiones
La decisión de Gustavo Petro tendrá implicaciones duraderas. Por un lado, consolidaría o deterioraría su liderazgo regional y su imagen como defensor de la democracia. Por otro, podría afectar directamente los intereses nacionales en seguridad, comercio y política exterior.
Petro, quien aspira a ser un referente progresista en América Latina, enfrenta una prueba de fuego. Su elección será interpretada como un mensaje contundente sobre los valores que prioriza su gobierno. La comunidad nacional e internacional estará atenta.
La expectativa crece: ¿consolidará su relación con Maduro o marcará distancia en defensa de principios democráticos?