Fueron más de 7 años volando sin parar, escogiendo Avianca siempre, bregando en mi oficina para que se pagara más por tiquetes a Popayán, Cartagena, Santa Marta, Cali, Panamá, Miami con esta aerolinea para acumular millas, siempre pensando en el viaje que por años me he soñado a África. Quería irme de lujo, viajar a Madrid en primera clase de sus espectaculares Boeing 787, para luego saltar a Egipto, Etiopia y Kenia a visitar a unos amigos que conocí en los años 80 aquí en Colombia.
Tenía pensado viajar este junio. Ya todo el mundo me estaba esperando allá. Mehmud, mi amigo etiope me iba a llevar a conocer la ciudadela de Fasil Ghebi en la ciudad de Gondar, esto después de visitar El Cairo y hacer un crucero por el Nilo de 7 días que me llevarían a Luxor, Alejandria y otros lugares iconicos del país de las pirámides. He leído por años sobre Addis Abeba y creo que ya estaba lista para conocerla. Finalmente Nairobi, donde vive una de mis mejores amigas de infancia, colombiana ella, que se enamoró de un somalí espectacular hace unos años y ahora manejan una cadena de hoteles boutiques por todo el país de los safaris.
Llevo ahorrando por años para este viaje. Tenía 30 días hábiles de vacaciones acumuladas pensando en el 2020. Pero cuando tenemos todo tan planeado, tan irreductiblemente pensado y calculado, llega la vida a cachetearnos en la cara. Ahora estoy de vacaciones encerrada, viendo pasar los días entre 4 paredes cuando debería estar deleitando mis ojos con tantas maravillas que hay en África. Doy gracias por lo afortunada que soy, ya que mi única pregunta en este momento es ¿qué voy a hacer con las 300 mil millas que tengo ahorradas en Avíanca?
Espero que haya una pronta recuperación de todo. Quiero a Avianca, la admiro, la abrazo, le agradezco porque me ha permitido volar lejos. Hoy solo le pido que resista, que sea fuerte, que siga volando porque la necesitamos y porque no me voy a gastar todo lo que por años ahorre en electrodomésticos que no necesito a precios equivalentes a un vuelo Bogotá - La India.