“Primero me ayudaron mis padres y mi hermana mayor haciendo grandes sacrificios para pagar la matrícula en una universidad privada, porque el puntaje no me sirvió para pasar a la del Cauca que es más barata, y cuando conseguí trabajitos de medio tiempo me ayudé invirtiendo gran parte de lo poco que me pagaban en los estudios, y me endeudé con el Icetex… Al final me gradúe con gran orgullo personal y para mi familia, que al fin tenía el primer profesional, y dos años después de meter hijuemil hojas de vida, sigo aquí, la mayor parte del tiempo sobreviviendo rebuscándome el diario como mototaxista y echándole cabeza, a ver qué negocio me invento, para poder pagar la culebra del Icetex y aspirar a llevar una vida organizada cuando pueda casarme con mi novia que también estudia Administración de Empresas”.
Historias como la de Raúl se replican en Popayán y demás ciudades de un país atrasado agropecuaria e industrialmente, dependiente de las bonanzas cafeteras y petroleras, con las raíces coloniales arraigadas en la mente de sus gobernantes oportunistas (que obedecen órdenes del capital especulador transnacional, escudado en el Banco Mundial y el FMI), y con una educación, que a pesar de los esfuerzos de algunos pioneros, desde la escuela primaria todavía sigue regida por dogmas heredados de la Iglesia católica del siglo XIX.
Además, esta educación está dominada por la repetidera de memoria, los planes de estudio obsoletos (en los que no se incluye un uso creativo del internet, ni se estimula al estudiante a pensar críticamente y a escribir), condenada a la pobreza investigativa reflejada en la miseria asignada a Colciencias y en la tragedia de los fondos de regalías “para investigación”, agobiada por el cada vez más reducido presupuesto que desde la década del 90 del siglo XX le vienen asignando a las universidades públicas para que reparen y amplíen sus instalaciones, que desde entonces han triplicado el número de estudiantes matriculados en tradicionales y nuevas carreras, que también requieren profesores cada vez más calificados y con estabilidad laboral y sueldos dignos.
Claro que estaríamos peor si desde 1970 no hubiéramos reducido notablemente los índices de analfabetismo al ampliar cobertura en pre-escolar, primaria, bachillerato y educación tecnológica, a través del Sena y otros institutos, al igual que la educación universitaria a lo largo y ancho del país. Pero también es cierto que el "analfabetismo funcional" en ciudadanos que poco leen y analizan es una plaga que mantiene a las mayorías enajenadas y manipulables y es un obstáculo para lograr una educación superior que no sea de garaje y una simple transmisión de datos y saberes ajenos, sin perspectivas de investigar y contribuir al emprendimiento laboral y en la búsqueda de nuevas formas de organización social más equitativas.
Tampoco hay perspectivas de salir del pantano en un país manejado por élites concentradoras del poder y los bienes, con unos narcolatifundistas, agroindustriales y empresarios acostumbrados a las gabelas y subsidios disfrazados que les otorga el Estado gracias a congresistas legislando a su favor y amangualados con las transnacionales que les "migajean" sobornos, comisiones, contratos y otras prebendas. Además, con unas fuerzas armadas hipertrofiadas y con gran tajada del presupuesto nacional, que quieren aumentar, con el aumento del precio del petróleo, justificados en la eterna "guerra interna" contra guerrillas, bandas criminales y la amenaza de Venezuela.
En este sórdido panorama, la educación, sobre todo la pública, no ha sido la prioridad para los gobernantes, más cuando los gurus del ultraconservatismo que retornó a la presidencia la asocian con el pensamiento crítico y la "subversión", porque algunos docentes e intelectuales se atreven a criticar el "orden establecido" y proponen otra formas de organización social más productivas, ecológicas y equitativas.
La gran movilización nacional que adelantan en el país los estudiantes, trabajadores, empleados, profesores y directivos de las universidades públicas y privadas, y la movilización de los educadores de secundaria agremiados en Fecode, a partir del 18 de octubre, todos unidos por lograr mayor presupuesto para mejorar la educación básica y superior, sin duda merece el apoyo de todos los colombianos que aspiramos a construir un país mejor.
* Libros. En vísperas de la apertura de la feria Popayán Ciudad Libro, en el auditorio del Banco de la República, varios miembros de la Asociación Caucana de Escritores han presentado sus obras. El jueves 11 de octubre la poeta Hilda Pardo presentó su sexto libro de poemas en verso libre titulado: Abril Violeta Clara. El 17 de octubre, el escritor Guido Enríquez Ruiz presentó Flores y frutos de lejanos huertos, con poemas de clásicos de diferentes épocas y culturas. ¡Felicitaciones!