La Ecotravesía dejó ver la tragedia de los cerros orientales y de la movilidad de Bogotá

La Ecotravesía dejó ver la tragedia de los cerros orientales y de la movilidad de Bogotá

La travesía permitió ver la transformación de los cerros y su estado real; al igual que la disputa entre quienes usan bicicleta y quienes no

Por: Felipe Álvarez
septiembre 27, 2017
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La Ecotravesía dejó ver la tragedia de los cerros orientales y de la movilidad de Bogotá

A pesar de que para centenares de biciusuarios, incluyéndome, la Ecotravesía del domingo fue un paseo tranquilo, sin preocupación en gran parte del trayecto por ladrones o automotores que fumigan el camino, para otros fue una sorpresa improvisada, que a su vez permitía ver tanto la tragedia ecológica de los cerros, como la tragedia en la movilidad que ahora agudiza un enfrentamiento entre quienes van en bicicleta con quienes no lo hacen.

Durante el ascenso a la vereda el Verjón, por la carretera que comunica a Bogotá con Choachí, además de divisar la mancha de cemento, hermosa en el paisaje para quienes gustan de las selfies, también se podía ver cómo la vía había sido totalmente paralizada. Ni siquiera puede decirse que la vía fue cerrada, con pancartas colocadas días atrás, como sí lo hacen al interior de la ciudad, o que por lo menos el IDRD, la Secretaría de Movilidad o la misma alcaldía hayan avisado con tiempo a los municipios afectados por la parálisis vial; sino que de repente, la Policía de Tránsito y la organización del evento colocan unas cintas para evitar el paso en todos los accesos a la Av. Circunvalar o Avenida de los Cerros en sentido Sur-Norte desde el Parque Nacional hasta el comienzo de la carretera intermunicipal justo arriba del barrio Los Laches.

Al menos las personas en Bogotá, quizá muy molestas, tenían la opción de regresar a sus casas, o peor aún, aún más molestas, esperar el trancón hasta que disminuyera el flujo de pelotones de bicicletas o hasta la hora de cierre del evento planteada a las 2:00 p.m.; pero lo que sí se salía de cualquier pronóstico era ver vehículos y habitantes veredales en la vía, atrapados durante el ascenso, capaces de aguantar ver pasar unas cuantas bicicletas, pero más de 2000, lo pongo en duda.

Por otro lado, en el aspecto "eco" la travesía permitía ver la tragedia de transformación de los cerros orientales de Bogotá, con dominio de plantaciones de especies maderables introducidas, de rápido crecimiento, como pinos y eucaliptos; así como especies invasoras, tanto introducidas como el retamo espinoso o el retamo liso, o autóctonas como el chusque. Además, también se apreciaba cómo, a pesar de existir grandes extensiones de la fuerza pública y de la empresa pública de agua (una de las culpables históricas del problema del retamo espinoso), no es visible un plan de restauración ecológica de los predios.

Superando el ascenso y tomando las vías y caminos o trochas veredales que comunicaban al Verjón con El Hato en La Calera, de nuevo aparecía el retamo espinoso adornando el entorno. En parte del recorrido, donde no se superaba los 2 metros de ancho y había que caminar con la bicicleta, tanto por lo estrecho como por la tierra hiperhúmeda y pantanosa. El retamal se convertía literalmente en las paredes del trayecto, lo que cuestionaba la preparación del trayecto, al menos con el arreglo o ubicación de personal de la organización en ese lugar crítico. Incluso, hubo bicicletas que sufrieron pinchazos ante la gran cantidad de material vivo y en descomposición de la planta que haciendo alusión a su nombre posee espinas en sus ramas, de hecho, este es uno de los mecanismos que le permite al retamo ser dispersado a través de llantas de vehículos.

Posteriormente se tomaba la vía La Calera-Bogotá y se descendía a la planicie urbana desde el Alto de Patios. De nuevo, apareció la tragedia de la improvisación, que tiene principalmente a habitantes de los barrios de la UPZ San Isidro Patios en contra del proyecto que pretende ampliar la ciclovía dominical por la única vía de acceso con la que cuentan. Estas personas organizaron un plantón que colapsó por varios minutos el tráfico en la vía y de donde hay todo tipo de comentarios.

Por un lado, como se ha discutido recientemente en redes sociales, esta polarización entre quienes suben en bicicleta al Alto de Patios y quienes no. Es increíble ver cómo la última semana por redes sociales fue un completo escenario de enfrentamiento de personas que documentaban cómodamente desde sus cápsulas automotoras las imprudencias de quienes usamos la bicicleta, con el argumento de "después preguntan por qué los chocamos, matamos", tristemente casi que en la estúpida línea del acoso a las mujeres y "después preguntan ¿por qué las tocamos, violamos, matamos?". ¿Hasta cuándo seguiremos con este juego que solo le sirve a un gobierno que se lava las manos? Más bien, hay que exigir en conjunto de la sociedad afectada, soluciones reales de movilidad y de igualdad.

Por otro lado, algunos de los argumentos de la oposición a la ciclovía es que la vía no fue construida para bicicletas, ante lo cual me cuestiono:

  • ¿Conoce la gente la historia en torno a la construcción de la actual vía a La Calera en reemplazo de la antigua vía que sale por el barrio El Codito? ¿Acaso estas personas y los habitantes municipales tuvieron la misma postura cuando en La Calera y municipios aledaños comenzaron los procesos de chaletización o gentrificación rural y por ende la cantidad de automotores que también colapsan la vía aumentó? Esto empeorado por el hecho de que cotidianamente estos vehículos están ocupados por un solo pasajero y que extrañamente las élites van a hacer uso del transporte público que consideran está hecho solo para sus empleados.
  • ¿Podría haber una concertación real que beneficie a las personas en orden de su grado de producción contaminación y necesidad? Es decir, en primer orden quienes usan la bicicleta por motivos laborales y para quienes usan el transporte público, en segundo orden quienes usan la bicicleta por motivos deportivos y quienes llevan al menos dos pasajeros o más en su vehículo y en último orden a quienes van encapsulados en su vehículo sin compartir. En especial, esta medida de cantidad de pasajeros por vehículo es algo que podría controlarse fácilmente en una vía de tan solo un carril por sentido, así como una posible restricción por unas horas tanto como para bicicletas como para automotores y donde las personas puedan acoplarse y preparar sus actividades dominicales e incluso entre semana. En esta medida, para concluir, por poner un ejemplo, se me ocurre definir entre 2-4 horas de restricción total de automotores y otro segmento igual de restricción total de bicicletas.
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