¿Qué nos diría, si viviera hoy, el consagrado economista Lester Thurow?, ¿cuáles serían sus conceptos y sabios consejos? ¿Qué nos diría Thomas Piketty, el experto economista de moda, que por estos días que yo sepa no ha pronunciado palabra alguna?, ¿cuáles serán sus sesudos conceptos frente a la encrucijada en que se encuentra el mundo entero? Y, al salir de esta, ¿qué consecuencias y secuelas nos dejará a su paso la arrasadora pandemia china en el orden social y económico, sin dejar de lado el geopolítico?
Por estos días, cuando para la mayoría de coterráneos se inicia una nueva década, la segunda del 2000, aunque una caprichosa minoría sostenga que esta arranca al finalizar el 2021, pues según ellos no consideran el año 0 y además los respalda la RAE. Como dicen, “cada loco con su tema”, eso es respetable. No obstante, el tiempo es relativo y la vida hasta antes del mortal virus transcurría para algunos con normalidad; para otros en cambio —los que llevaban el bulto— la vida era una tragedia constante. Ahora la tragedia es de todos.
Lo cierto es que, reinante el caos en el globo y sumada a este la implacable pandemia, vale la pena desempolvar al brillante Thurow y empezar a leer al moderno Piketty, y en paralelo hacer un análisis de las tesis de los dos notables economistas, dadas desde luego previas al momento que vivimos. Ver de este modo la incidencia del capitalismo en el inconformismo de las sociedades actuales y sí definitivamente el voraz sistema como lo tildan muchos, está mandado a recoger.
Han pasado 22 años desde cuando Lester Thurow vaticinó a través de su libro El futuro del capitalismo lo que sería la situación del sistema en estos tiempos. Lo más recientemente escrito por Piketty, acerca del mismo tema, en El capital en el siglo XXI, actualiza la situación; después de sus estudios, formulas e intríngulis plasmadas en el extenso libro —770 páginas— el penúltimo de él pues acaba de lanzar otro en diciembre pasado, igual sino más voluminoso, para quemar pestañas, Ideología y capitalismo lleva por título.
Lo que se puede concluir de manera muy natural y simplista, en castellano; después de consultar las completas y laberínticas publicaciones de los dos expertos economistas de distintísimas épocas, lecturas que toman buen tiempo, es lo de siempre: Nada ha cambiado en lo fundamental en los treinta últimos años, la misma cruda realidad. Según Thurow y Piketty, cada uno a su estilo. Mientras sea perenne la incertidumbre, una constante en el devenir de las clases productivas. Y continúe la seguridad de la desmedida acumulación de riqueza de los Capitalistas que, cabalgan sobre el lomo de la desigualdad, pobreza y miseria de las mayorías; el voraz capitalismo —más parecido al feudalismo en algunas latitudes—seguirá en crisis como sistema social y económico.
Thurow, por su parte, hoy día muy posiblemente nos diría algo similar a lo expresado en su libro, corroborando la incidencia que tienen en la economía de cualquier nación, los cambios bruscos provocados por las reacciones de la naturaleza: los fuertes movimientos telúricos (terremotos, maremotos, huracanes, etc.) que remueven las capas tectónicas truncando cualquier plan social y económico en donde ocurren. Así mismo, le estaríamos dando la razón en lo que, determinan las absurdas guerras provocadas por el hombre. De igual modo, las pestes y pandemias, ninguna mundial y en simultánea como la que estamos afrontando. Fenómenos que a su paso, no solo dejan escombros y ruinas materiales sino como es el caso que vivimos, dejan con gran pesar miles de muertos y miseria en todos los continentes.
Podría decirse que estas son las protestas naturales e inesperadas del planeta por el descuido al que lo tenemos sometido, todos con menor o mayor culpa. Siendo irreversibles e imperdonables, los daños directos y colaterales que producen los explotadores voraces de los recursos naturales no renovables (petróleo, minerales, gas natural y los depósitos de agua subterránea). Así mismo, protesta el planeta y el supremo, por la desigualdad en que vivimos , que reina en la humanidad propiciada por los mismos explotadores dueños del mundo, los que atentan contra la naturaleza, los que atesoran y ostentan el poder del sistema capitalista (Estados Unidos, Rusia, Alemania, Inglaterra, China, Japón, India, Arabia Saudí, entre otros), favoreciendo sus intereses —con un agregado único en el grupo con vestigios sociales del comunismo (China), muy fuerte en lo económico— y olvidando por completo las necesidades de sus congéneres. Secundados a su vez por los ricos y gobernantes sin escrúpulos de estas tierras.
Es paradójico, cuando el mundo pidió a gritos el cambio del sistema comunista en los países que imperaba, este por fortuna tuvo el reemplazo mágico a la mano, el deslumbrante capitalismo, existía esa opción y mutó al mismo. Ahora que supuestamente el capitalismo es un desastre y se requiere un cambio: ¿a qué sistema mutaría?, ¿existe otra opción?, ¿qué dirán los expertos y Piketty?