Si en Colombia se busca una referencia de cuál era el poeta para niños, escritor más célebre y recordado desde las verdaderas épocas de antaño muchos aseguran que se trata de Rafael Pombo. Quien desde los 8 años ya sabía leer y escribir, algo poco usual para ese entonces, edad en la que intentaba hacer versos, sin contar que todos los días se proponía a leer las obras de poesía que encontraba a la mano. Un talento que desde su infancia ya saltaba a la vista de su familia.
Y es que quien no ha escuchado o leído los cuentos más populares y maravillosos de la literatura infantil colombiana como El Renacuajo Paseador, La Pobre Viejecita, Mirringa Mirronga, Simón el Bobito, El Gato Bandido, Juan Matachín. Sus más célebres líneas hacen que cualquiera rememore su niñez y cuando recitaba estos versos en el colegio o en la casa. Pombo es y fue parte de la infancia de muchos y no solo en Colombia, si no en los países hispanohablantes.
La dura época en que nació
Nació en Bogotá cuando esta aún era la República de la Nueva Granada, en 1833, una época en la que el país estaba un poco patas arriba, donde se suscitaron los cambios más fuertes y se trataba de encontrar un rumbo para la nación.
Manuel Pombo, abuelo del poeta, fue signatario del Acta de Independencia. Su padre, Lino de Pombo, participó activamente en la lucha por la independencia, defendiendo Cartagena y posteriormente levantándose en armas contra el régimen español. Casado con Ana María Rebolledo, ejerció como Secretario del Interior y Relaciones Exteriores bajo el gobierno de Santander. Rafael Pombo nació fruto de este matrimonio.
Teniendo en cuenta la situación de la época y la posición de sus padres en el escenario político del país. Su casa era un escenario social e intelectual al que acudían grandes exponentes de la política y las letras nacionales como José Eusebio Caro, Nicolás Tanco Armero, José María Rojas Garrido, entre muchos otros.
Con las facilidades de su familia, a los 11 años empezó a estudiar en el seminario de la capital y se convirtió en un hábil traductor del latin y el inglés. Los años fueron pasando y se convirtió en un hombre bastante inteligente y de buena posición. Además estudió ingeniería en la Escuela Militar, graduándose en 1851.
En 1855 se va para Estados Unidos para ocupar un cargo diplomático y al mismo tiempo fue contratado por la D. Appleton & Company en Nueva York para traducir al castellano una serie de canciones infantiles de la tradición anglosajona. Naciendo un gusto por este tipo de literatura, pero aún no empezaba lo mejor. Estuvo 17 años en el país y decidió regresar a Bogotá, donde trabajó como traductor y periodista, fundando periódicos como El Cartucho y El Centro. Todo esto para sobrevivir y sostenerse económicamente que no era fácil en aquella época.
La faceta de poeta y escritor de Rafael Pombo
A lo largo de toda su vida realizó casi 1.400 poemas como su obra, aunque si bien Pombo es reconocido principalmente por sus fábulas infantiles, su obra literaria abarca también la poesía para adultos, lo que lo consolida como una figura destacada de la literatura hispanoamericana. Aunque para sorpresa de muchos, no fue él quien publicó su obra y se cree que sufría de fuertes tristezas.
Estas quedaron registradas en sus diarios, uno publicado en 1913, algunos de sus pensamientos más fuertes fueron: “Nunca me agrada completamente lo que el día anterior he hecho; por esto he dejado de concluir mil cosas; he dejado de publicar otras mil: lo que no me sale entero de un golpe, ahí se quedó. Si no fuera por eso, ya habría hecho algo formal”, “Verdugo insensato de sí mismo” o “Este funesto yo mismo que es el objeto que más me atormenta”, dejando ver un lado un poco más trágico de la vida de este poeta.
Teniendo en cuenta esta etapa de su vida, también destacaron obras de desesperanza, el desamor, la historia y las manifestaciones de la cultura local como La hora de las tinieblas, Al Niágara, Elvira Tracy, Noche de diciembre y La tumba de Ricaurte. La obra completa de Pombo se publicó por vez primera en 1916, en cuatro volúmenes. El primero y el segundo contienen su obra poética; el tercer tomo lo constituyen sus traducciones, y el último encierra sus Fábulas y verdades, Cuentos pintados y Cuentos morales para niños formales.
Reconocido como Poeta Nacional de Colombia en 1905, Pombo fue elegido miembro de la Academia Colombiana de la Lengua en 1912. Tras un breve periodo como académico, falleció ese mismo año. Su legado literario fue honrado con el título de Gloria de las Letras Nacionales. Tras su deceso, su habitación permaneció sellada hasta que, por orden judicial, se procedió a inventariar sus bienes y a compilar su obra poética cuatro años más tarde.
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