Lorena Meritano llevaba una vida saludable. Hacia años había dejado el cigarrillo, no comía carne roja, muy raramente rumbeaba. No consumía drogas e incluso practicaba reiki. Tenía, eso si, herencia de cáncer por punta y punta. Su padre murió y su madre ha logrado superar la enfermedad a pesar de sus tres recaídas. Esta amenaza llevaba a Lorena a hacerse permanentes chequeos médicos.
De su cáncer ya se ha dicho todo, o mejor, ella misma lo ha dicho todo desde el momento en que se lo diagnosticaron a mediados del año pasado, asi como la mastectomía a la que se sometió y cuando por la quimioterapia debió despedirse paulatinamente de su pelo. Ha vivido la lucha contra la enfermedad como un aprendizaje de vida, de manera que a pesar los momentos difíciles compartidos con su esposo el actor venezolano Ernesto Calzadilla, no ha desespertado lástima alguna.
Sus atributos físicos de 1.80 metros de estatura, el contraste entre el azul de sus ojos, el rojo de su cabellera y sus facciones que van de lo fuerte a lo delicado en un mismo rostro, le ayudaron a llamar la atención en su natal Concordia, Argentina, desde que tenía 15 años. Un par de empresarios la descubrieron como modelo y la trasladaron a Buenos Aires. Las pasarelas la llevaron hasta el otro lado del mar, a Italia en dónde realizó campañas publicitarias siendo la más solicitada por agencias y fotógrafos. No obstante de aquellos tiempos no quedaron sino anécdotas como el régimen de pescado y limón para rebajar las libras que por simple contextura tiene o cuando otra modelo se lanzó arañarle la cara. Quien pudo haber sido otra Valeria Mazza prefirió retomar la vida con la disciplina aprendida en el pequeño pueblo de Concordia. Se lanzó con un programa de televisión dónde hacía de productora, editora, directora, presentadora y cuánto fuera necesario. Sus años de modelaje le dejaron una fobia a la capital argentina que a la hora de graduarse prefirió viajar a México, antes de buscar suerte en Buenos Aires.
Al D.F. llegó con un book en la mano y 600 dólares. Aquellos días en suelo azteca no fueron fáciles, recién bajada del avión tuvo que dormir en una oficina de un conocido para ahorrarse los costos de hotel. Afortunadamente para la joven Lorena otro amigo fotógrafo argentino la llevó a las agencias de modelaje en la capital mexicana y –como era de esperarse- no pasó desapercibida. Luego recorrió todo el país manito uniformada como promotora de una cerveza en las carreras de Fórmula 2 hasta que un día se entera de un casting para entrar a estudiar becada en el CEA de Televisa, escuela por excelencia de las grandes estrellas del gigante mexicano. Hace la fila, pasa el casting y en 1993 encarna a la villana de la telenovela Prisionera de Amor. Lejos de estar orgullosa de su debut, quisiera comprar las copias originales del dramatizado para mandarlas a recoger de cualquier pantalla y quemarlas definitivamente porque según cuenta la propia Meritano, el resultado de su actuación fue desastroso. Aun así ese fue el primer papel de una carrera que se extendería por diversos países de Latinoamérica hasta Miami. A nuestro país llegó en 2001 por causa de EcoModa, aquél intento por extender el éxito de Betty la fea en el cual se necesitaba una mexicana para poder comercializar el proyecto en dicho mercado, y por su habilidad para dominar los acentos, la argentina fue la elegida.
Durante aquellos primeros años en nuestro país sobresalen La Lectora -trabajo que actoralmente considera como el mejor que ha hecho-, la desquiciada Dinora Rosales en Pasión de Gavilanes, personaje por el que aún se le recuerda en muchos países y el matrimonio con el productor colombiano Juan Maldonado, así como también la dura experiencia de un aborto involuntario que padeció por aquél entonces. Contrario a lo que la gente creía, luego del éxito de Pasión de Gavilanes a la argentina no le llovían ofertas y los nueve meses sin trabajo sumados a la crisis matrimonial fueron las razones que la llevaron a aceptar estar en La Isla de los Famosos de RCN a cambio de un sueldo mensual como si fuera una telenovela. “Sirvió mucho para despejar mi mente porque cuando el ser humano tiene hambre no puede pensar en nada más”.
Aunque no respondería a la violencia con violencia, es una mujer de carácter fuerte y cuando de hacerse respetar se trata nunca ha tenido problema en poner a quien corresponda en su lugar. Era usuaria activa de twitter mucho antes de ser diagnosticada con cáncer y desde entonces respondía cada mensaje que le enviaban. Es adicta a los libros y por las mismas redes sociales fue que en 2011 organizó un encuentro en el parque El Virrey el cual buscaba intercambiar libros por abrazos, junto a sus compañeros de grabación en Chepe Fortuna.
A Lorena Meritano le molesta terriblemente la mentira y la doble moral por eso no ha tenido problema en posar para diferentes revistas dejando muy poco a la imaginación, ni en escribir una columna para la revista SoHo reconociendo que ha realizado más fantasías sexuales que todas las que han podido realizar sus compañeras de colegio en su natal Concordia. Igualmente es enfática en que respeta la diversidad sexual y la libertad de pensamiento de cada quien. En el 2015 dio la noticia que sus casi 150.000 seguidores en Twittter y 267.000 en Instagram, de ese entonces, estaban esperando: El tratamiento oncológico había finalizó y su cuerpo se encontraba libre de cualquier cáncer. Sin embargo el 29 de octubre anunciar en Twitter que la batalla aún continúa con este mensaje:
Llevo unos días complicados con un nuevo tumor y hoy me explicaron que parece no ser malo, después de evografias, resonancia, visita a varios médicos, angustia, insomnio, dolores, etc.
Me lo van a extirpar en enero para tranquilidad de todos.— Lorena meritano (@LorenaMeritano) October 30, 2018
Publicada originalmente el 15 de enero de 2015