Uno de los momentos más duros que ha tenido en los 3 años que lleva al frente del Comité Interamericano de Derechos Humanos la abogada chilena Antonia Urrejola, fue escuchar el testimonio de Jineth Bedoya. Antes de entrar al organismo no conocía la historia. Ella, quien fue estudiante de Derecho en la Universidad de Chile al final de la feroz dictadura de Augusto Pinochet sabía de torturas, pero nadie estaba preparado para esto. Urrejola recibía impactada el relato de la actual subdirectora de El Tiempo quien comprobó que, durante 11 años, desde la mañana infame en la que fue secuestrada por un hombre en la puerta de la cárcel Modelo y fue torturada y violada durante horas por varios hombres, muchos de ellos uniformados y que la dejaron casi muerta en una de las carreteras de acceso a Bogotá, el juez encargado del caso la llamaba para decirle que no seguiría investigando su caso y que le entregara esas investigaciones a él para seguir investigando su caso. Por eso Urrejola, hastiada de dolor, decidió condenar a Colombia por la violación y tortura de una periodista que investigaba la masacre de 23 presos ocurrida en el año 2.000 dentro de la cárcel Modelo.
Urrejola, entre bambalinas, quedó asombrada de la actitud del Estado Colombiano quien, en cabeza del abogado Camilo Gómez, reconoció a Jineth Bedoya como víctima pero se retiró de la mesa ofendidos, alegando que los jueces, encabezados por Urrejola, habían prejuzgado al Estado Colombiano, una decisión que le causó todo tipo de críticas. Gómez argumentó que los jueces habían tomado partido por la víctima y que los magistrados de la Corte insinuaban por medio de cuestionamientos que en el país exista una violencia contra la mujer de forma sistemática. Desde ese momento había una prevención del Estado contra la CIDH que podría explicar los peros que le pusieron a la visita de Urrejóla y sus jueces.
El 21 de junio del 2017 la Asamblea General de la OEA eligió a esta abogada chilena de 53 años por un periodo de cuatro años que concluirá el 31 de diciembre del 2021. En 1987 fue una de las activas jóvenes que le apostaron al NO en el Plebiscito con el que la dictadura Pinochet se hizo el harakiri. Urrejola fue una de las líderes estudiantiles detrás de las primeras protestas, marchas y huelgas que recibió el régimen militar.
Antes de ser presidenta de la CIDH fue la relatora de los derechos de los Pueblos Indígenas desde que, en 1990, el político demócrata cristiano Patricio Aylwin, el primero que ganaba unas elecciones democráticamente desde que las tropas de Augusto Pinochet sacaran a bombazos del Palacio de la Moneda, a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. Ella hizo parte de la historia escuchando las constantes torturas, desapariciones y asesinatos que sufrieron los líderes Mapuches aplastados por la bota militar. La llegada de Urrejóla a la Corte Interamericana de Derechos Humanos fue algo sorpresiva pero ella ha sabido despejar cualquier duda con su accionar que está a punto de entrar a su recta final.
El domingo 6 de junio ella y su equipo aterrizó en el aeropuerto El Dorado. Se había dado con reuniones previas con la canciller Marta Lucía Ramírez con la que se reunió en Washington. El lunes 7 de junio la Defensoría del Pueblo le entregó un informe que señala que desde el 28 de abril, fecha en la que arrancaron las movilizaciones sociales, se habían recibido 417 quejas por vulneraciones a los Derechos Humanos. De esas, en 306, los responsables serían miembros de la fuerza pública. El informe también habla de las personas que han estado reportadas como desaparecidas. Son 783 personas pero de ellos 317 fueron descartados por tener nombres repetidos.
Este martes 8 de junio, después de reunirse con la Vicepresidenta y el Fiscal Francisco Barbosa, Urrejola y la Comisión viajará a Cali, Popayán, Tuluá y Buga, para recibir testimonios de víctimas de Fuerza Pública. La comisión estará hasta el 10 de junio y su informe se presentará el 26 de este mes. El Estado Colombiano sabe de lo dura que puede ser Arrejola y espera que esta visita no se convierta en un segundo Round después del episodio se vivió con el caso Jineth Bedoya.
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