Winston Morales Chavarro es un intelectual huilense y poeta, cuyas obras han obtenido notables distinciones en concursos literarios nacionales e internacionales. La lectura de La Dulce Aniquirona, uno de sus primeros poemarios, nos revela que en realidad estamos o hemos estado frente a un poeta que apremia, en su dúctil verso libre, nuevas y originales concepciones; que sabe descorrer cortinajes pocas veces descorridos; que descubre aristas poéticas incógnitas; que es capaz de mirar, dentro de una sorprendente torsión estética, un nuevo universo poético.
Su secreto primero y último puede estar por los predios del “pensamiento complejo” de Edgar Morin. Que la poesía está siempre en forma integral a nuestro alrededor como lo piensa Artaud; poesía avalada por el poder de la imaginación y de la visión del sutil William Blake.
Y estoy buscando las voces del camino
Para traducirlas
Seguro llevarán tu nombre
He aprendido a interpretar la voz del viento
esa misma que arrulla
las hojas entreabiertas de tu árbol.
¡Aniquirona, Aniquirona!
Te llama el río
Y en las gotas frenéticas del aire
Va tu aliento prendido a las veletas.
Aquí el misterio musical de las palabras, Aniquirona, la unción del viento romero, el rumorar de las hojas del bosque espiritualizado y del río que pasa, la poesía pura.
Apenas sé cómo te llamas
Me lo ha contado el río
Y sé que Aniquirona
Es el Umbral de otros caminos...
Aniquirona
Cuando bajo las escaleras de la casa
Pienso que esta es otra forma de llegar a Schuaima
-el reino del gran más allá-
puede que descender
sea otra forma de ascenso...
¡Silencio, silencio!
Voy prendido al viento
Floto y me doy cuenta que la muerte es música
Y a la muerte hay que escucharla
Con los oídos despiertos...
Tú sabes que allí en la ingravidez sonora de tu río
Mis pálpitos se hacen notas musicales
Que convergen con la corriente sudorosa de tu bosque...
Poesía inexcusable esta, tranquila y evidente en el entorno, en las manos de la amada, en la sombra del árbol del amor, en el río y en la fresca humedad del bosque.
Allí te amo
Como tú lo propusiste
Sin ni siquiera desnudarnos
Sin escuchar tu respiración
Sin escuchar la mía...
Busco la muerte
Y camino desnudo entre las piedras
Busco esa voz
¿Acaso distante? ¿acaso cercana?
Esta, poesía de muy alto nivel, de una tierna belleza por mucho tiempo desconocida, surge plena en todas las páginas del muy denso poemario de Winston Morales Chavarro.
Antes de que cayeran las hojas de los árboles
Antes de que el viento dibujara otro reloj con las estrellas
Estaba en Schuaima
Desprovisto de mi antigua ropa,
Desnudo,
Con los ojos abiertos
Entregado a la pasividad,
Al permanente transcurrir
Por el valle de las tristezas...
Una poesía con personalidad, poesía que gravita con una enorme carga de limpia originalidad y de elemento puramente poético.
Aniquirona
Morir no implica ningún riesgo
La muerte es una puerta
Y el tiempo una ventana
Por donde mis pasos presurosos
Perciben otros cosas, otros mundos...
Aniquirona
Muchachita hecha de luz
De ojos luminosos que me miran desde lejos
Quizás desde el otro lado de la noche...
Esta es la ceremonia de las flores
Entra y gózate la fiesta
Entra y gózate la vida
Ven a festejarme
todavía hay vida en estas manos
Tómalas
Estas manos que aún escriben
Poemas de amor para mujeres solitarias...
Esta es la gran poesía de ella como árbol y de él como otro árbol. Es la poesía del tiempo, del “infante tiempo”. La poesía, la dulce poesía de los olvidos y de la muerte bella.
Y finalmente, ¿quién es La Dulce Aniquirona? Un nuevo personaje de la poesía colombiana. Es la bordadora de sueños, “de poemas que aún no germinan”... ¿Y dónde queda Schuaima? “Schuaima es la nación donde todos los que se fueron han llegado”.