Tenía 27 años y no se perdía ninguna etapa de las grandes vueltas de ciclismo. Estudiaba gestión hotelera en el Sena pero le hubiera gustado ser periodista deportivo. Pero por ahora debería aguantar. Eran tiempos complicados, pasaba la cuarentena con su familia en el barrio Antonio Nariño al sur de Bogotá. A raíz de la pandemia, perdió su trabajo en el Hotel Habitel pero no se quedó de brazos cruzados, se rebuscó y gracias a su bicicleta encontró una oportunidad como mensajero. Juan Caros, como siempre, se le midió sin pensarlo demasiado, como se le medía a todo.
Su primer día de trabajo fue ajetreado y ya había terminado su jornada, sólo le faltaba un solo pedido. En ese momento llamó a su hermano menor, a Kevin. Él escuchó el momento en el que un hombre lo cerró, lo trató de pirobo, le pidió todo lo que tenía y después le disparó. Kevin alcanzó a escuchar el forcejeo y más o menos sabía donde estaba su hermano por eso tomó un taxi y en diez minutos llegó.
Juan Carlos Galves ya estaba agonizante, le dijo que resistiera, que él era fuerte. Lo llevó a la clínica pero ya estaba muerto. En las cámaras de seguridad quedó registrado el momento exacto en el que el hombre le disparó a Juan Carlos, un joven que intentó ganarse unos pesos haciendo lo que se considera un oficio de alto riesgo en una ciudad tan inhumana como Bogotá: hacer domicilios en una bicicleta en la noche
Lo despiden del hotel donde trabajaba, decide irse a trabajar de domiciliario en bicicleta para sobrevivir, y en su primer día de domiciliario lo matan por robarle.
En este país cada historia supera la anterior. pic.twitter.com/A41Npnezgm— luisa hernez (@Poco_Ortodoxa) June 2, 2020