Las dos orillas

Las dos orillas

Nos encontramos al borde del abismo, donde hay dos bandos en guerra y el único perdedor es el pueblo porque siempre ganan los mismos

Por: Victor Cruz
enero 24, 2019
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Las dos orillas
Foto: Pixabay

En una orilla se encuentran las 20 o 25 familias (da lo mismo el número, es pequeño igual) que nos han gobernado por décadas, que llenos de frialdad y ambición ponen y quitan presidentes a su antojo. Quien vaya a ocupar la silla ya está elegido desde mucho antes que armen la treta llamada “elecciones”, el poder detrás del trono ahora lo maneja solamente un ser humano pequeño en estatura pero grande en estrategia, maligna, pero estrategia al fin y al cabo. Ordena, opina a su antojo y siempre tendrá cámaras y micrófonos; pero los dueños de cámaras y diarios supervisan con lupa los contenidos que esos micrófonos deben decir y lo que las plumas tienen que trazar, a la larga a los miembros del club de los 20 les enseñaron primero el “¿cómo voy yo ahí?” que al ratero de barrio, la corrupción viene de ellos a nosotros no al revés, su herencia es esa, son los primeros que deben engendrar bebés, el poder siempre en su carrusel, de ahí no saldrá, no se puede; imposible. Aunque también necesitan que el rebaño sea bien grande: más pobres es más electores, más pobres es más apoyo, más rebaño, no usen condón, traigan más vidas que el club de los 20 se lo agradecerá. El indicado está mandando, es lo suficiente para la mediocridad social colombiana: el senador.

Ninguno de los micrófonos ni cámaras indagan nada del pasado del senador de marras, nadie (exceptuando unos pocos) pregunta lo más mínimo de su actuar; agachan la mirada y siguen de lado, hasta lo defienden, el cuarto poder ya está perdido. Están del lado del senador, nadan en el mismo lodo con sus patrones, van hacia el mismo futuro así este sea planificado solamente para el beneficio de unos cuantos mientras el pueblo sigue sacando miserias de sus bolsillos, trabajan más horas diarias para compensar lo quitado mediante reformas mañosas cada 4 años, a veces menos. Prefieren los transeúntes aceptar, callar, comprar miedo por doquier y la anestesia a su presente se logra viendo las novelas de turno que plasman la vida paralela que quisieran vivir y jamás alcanzarán. El senador manda con presidente a la sombra que solo asiente sin carácter ya que el senador lo puso colgado en el muro de la infamia que es aquel donde aparecen las fotos de todos los que han mandado. No solo nombra presidentes, también ministros, ministros de hacienda, sí; el mismo que se hizo rico vendiéndonos bonos del líquido vital mientras quiebra municipios corruptos que aceptaron tal “negociazo”, se vuelven ricos con nuestros derechos mínimos.

También pone el senador a quien llaman fiscal general: sórdido personaje que deja más dudas que certezas en su actuar y proceder, nulo en moral y en honestidad pero quien debe quedarse a cualquier precio, a pesar de cualquier escándalo, se quedará y el pueblo calla, ve fútbol, ve novelas y calla; ¡ah!, y madruga, hay que trabajar más horas. Pero mientras se trabaja más por aquello de los tributos y los derechos básicos comercializados piden guerra, sangre, carne de sus propios hijos que son los que a cambio de un empleo llevan fusil y no libros, es el modelo que al club de los 20 le sirve, les alegra, los hace más millonarios.

Se firman acuerdos de paz que el rebaño no aprueba, pues le dañan el caminado al senador, le quitan su oxígeno, su razón de ser, le quitan la única manera de dominar al dócil pueblo: la guerra, ¡los acuerdos se deben incumplir! En las calles sale la mitad que es de su propiedad; gritan ¡guerra!, le dan gusto, lo aman y siguen como el salvador. Se le olvida al pueblo que la salvación es la de los libros, la historia, la verdad, ya se fue la historia de las aulas, la verdad se va con ella. Se ha creado el entramado perfecto, gritarán ¡guerra!, mientras seguimos esperando las 10 generaciones que hay que esperar para que los pobres dejen de serlo, pero a la larga ¡somos felices!: hay cable y la cerveza aún es a 2.000 pesos y todo en nombre de Dios, quien al parecer nos tiene olvidados. El causante de la afrenta de la paz es uno de las 25 familias quien se atrevió a traicionarlos, o mejor, al senador, ya que su exdesignado hizo lo que él hace mucho tiempo estila: traicionar a todo el mundo.

Todos quieren con el senador, les conviene, si los designa quedarán disfrutando de su posición y salarios por lustros; eso sí, sin llevar la contraria o decirle no al líder, ¡no se atrevan o se atendrán a las consecuencias!, así sean corruptos no interesa; a la larga, fueron designados y con el que designa él, Dios no se mete, lo protege y lo lleva con bien ¡Ave María!

Vayamos a la orilla opuesta:

Dijeron que su lucha era por el pueblo, se armaron y un 4 de Julio se bautizaron llevan en esas 55 años y los objetivos se desmoronaron, ya saben que el poder no lo tendrán con el Kalashnikov. Se les cruzó el polvo bendito que deja algo más que desear tomarse el poder: la utilidad de su venta con la que se llenan bolsillos revolucionarios.

Mientras exista el polvo ilegal habrá guerra.

Aprovechan al joven que gracias a la falta de estado no ve vida digna cerca para darle un fusil y mandarlo a “pelear por el pueblo”, “vayan al monte mis muchachos que nosotros seguimos traqueteando, llevamos medio siglo y sabemos que no ganaremos”, se portan igual que el club de los 20, pelean por lo mismo, por poder, poder que no ganarán, no van a marchitar al estado que ya marchito está. Se buscan y se encuentran ambos, se necesitan.

En momento histórico como este estallan una bomba, “matar al enemigo” es su consigna como la del senador, ambos se encuentran y se portan igual, los revolucionarios de fusil se hallan hoy a la misma altura del senador. Al parecer no leen noticias, se firmó con las Farc que al parecer entendieron algo de las reglas de juego: si soy guerrillero y existo existirá también el senador, si dejo de existir, él se queda sin su razón de ser. Que el polvo dejará nuevos ricos es verdad, pero los fusiles dejarán nuevos muertos jóvenes que solo llorarán sus familias, tal como los 21 de la semana pasada y tal como sucede con los jóvenes del otro bando que seguirán muriendo por una causa perdida. La discusión del polvo y su utilidad es otro asunto.

Hay que ser muy miope y seco de razón si se sigue actuando igual, la rebeldía ya no gana matando, nunca ganó en Colombia, solo la intransigencia lleva a pensar que el pueblo les quiere, si no paran ya le darán gusto a aquellos que necesitan la guerra para seguir robándose el país tal como lo han hecho quizá por siglos, por ahora, se encuentran a la misma orilla del senador. Si el pueblo no les quiere ni sigue, ¿cómo ganar el poder?, no lo harán.

Pero el daño está hecho señores revolucionarios, ya ustedes le hicieron el favor al senador. El 17 de enero de 2019 quedará en la historia como el día en que los enemigos del gobierno lo revivieron, le dieron oxígeno al presidente que cree que un país se gobierna tocando guitarra y que cada día se clavaba el puñal de la burla y la vergüenza con tan solo hablar, y quizá hasta lo conviertan en aquel “nuevo salvador” que sacó al país del terrorismo. Brillantes.

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