A pesar de que a dicho personaje la mamerteria lo sigue considerando como un coloso, la aplicación práctica de sus dogmas lo único que le ha regalado a la humanidad es una cifra cercana a 150 millones de asesinatos; convirtiéndose el marxismo en una secta genocida y burocrática, cuyos integrantes principalmente las elites se creen predestinados, no se sabe por cuál deidad, para someter a sus instintos perversos a los demás mortales. Lo anterior debe ser por los fetiches del materialismo histórico y la inevitabilidad, que de acuerdo al concepto supersticioso que mencionaba Mao Tse Tung: “se tendrán que cumplir por encima de la voluntad del hombre”.
Pues bien, según varios análisis la llamada obra cumbre de Marx titulada El Capital, cuyo primer tomo se publicó en 1867, fue un plagio ampliado del libro ¿Qué es la propiedad? del francés Pierre-Joseph Proudhon, publicado en 1840; resaltando que el francés seguía las ideas libertarias que eran contrarias a los planteamientos totalitarios de Marx, el cual consideraba al Estado como un especie de látigo sagrado y que mediante la dictadura se llegaría al paraíso (sin Estado), ignorándose en cuántos miles de años, porque cuando una dictadura comunista se toma el poder en las naciones es por toda la eternidad, fundando monarquías como ha ocurrido en Norcorea y Cuba.
Los fracasos del marxismo, en casos como el de la caída del muro de Berlín en 1989 y la debacle de la URSS, los explican los comunistas totalitarios como una mala aplicación del marxismo, una pésima interpretación o un fracaso del revisionismo, cuando la esencia del marxismo es el absolutismo que considera al Estado como si fuera Dios “principio y fin de todas las cosas”. El comunismo totalitario junto al fascismo y el nazismo siguen la escuela hegeliana, de ahí que la falta de vigencia histórica del marxismo se tiene ver, por lo inhumano de sus planteamientos.
El sátrapa de Lenin, fiel seguidor de Marx, planteaba que para que existiera una situación revolucionaria las masas debían sufrir más de lo habitual, eso es concordante con la desenmascarada que le hizo Bakunin a Marx en la primera internacional de los trabajadores en el siglo XIX, porque el dirigente libertario de manera diáfana le esbozó al padre del comunismo totalitario lo que pensaba acerca del Estado que concebía Marx y le decía: “La esclavitud política del Estado, reproduce a su vez y mantiene la miseria como condición de su existencia”. Esto significa que los comunistas necesitan de la miseria de las masas no solamente para conquistar el poder sino también para perpetuarse en él, sin importarle un bledo el desarrollo social y humano de los pueblos. De hecho, esos casos los tenemos de forma patética aquí Latinoamérica con Venezuela y Cuba.
Los seguidores del marxismo, como cualquier otra secta, dicen que es “todopoderoso” porque es exacto, lo cual es completamente falso, ya que el arma predilecta del comunismo totalitario durante su existencia ha sido la bestialidad. Y Antonio Gramsci, comunista italiano, quien murió en 1937, hace una mezcolanza malévola entre el maquiavelismo y el marxismo, en donde la razón desaparece, para dar paso al “todo vale” y alcanzar la dirección del Estado, dándole connotación de príncipe al partido comunista o a la careta que se utilice para engañar al pueblo.
El abyecto marxismo no es científico sino supersticioso. Además, puede ser desastroso para la humanidad, porque la ciencia es el conocimiento exacto que se da por medio del estudio, la experimentación y la observación, buscando el bienestar de la humanidad, pero el marxismo por ser la organización criminal más grande que se conoce en todos los tiempos es enemigo del género humano, cuyas camarillas lo que les interesa es el poder sin importarle el sufrimientos de la población, como lo vemos con toda claridad en las naciones que han caído bajo la férula del comunismo totalitario.
Sin embargo, la maldición comunista que creó el señor Marx también tiene unas repercusiones catastróficas para el planeta, es el caso inocultable de China, país manejado por una camarilla marxista, que por cierto es la nación más contaminadora de la tierra por los gases de efecto invernadero (solamente en el año 2015 envió a las atmósfera 10.640 millones de toneladas de dióxido de carbono más del doble que EE.UU., siendo China responsable del 30% de las emisiones totales de CO2).
Con esto en mente, la pregunta que surge es ¿por qué ese país asiático llegó a esa situación, de ser el primer responsable de poner en peligro la vida en la tierra? Sencillamente porque hace 42 años la cúpula del partido comunista chino sabía que el socialismo planteado por Marx era inviable, entonces para no perder el poder político ante los levantamientos que se estaban gestando, la camarilla del partido optó por impulsar una economía capitalista de libre mercado a cambio de conservar por parte del partido comunista el poder político, y para ello se aliaron con las grandes transnacionales superexplotando a los trabajadores chinos. Además, no se puede pasar por alto que fue en China donde se cometió el genocidio más grande en la historia, por parte de los comunistas con 70 millones de asesinatos durante la colectivización y la revolución cultural, quedando demostrado las “bondades” del comunismo totalitario que inspiró el señor Karl Marx.
Por lo anterior no cabe la menor duda de que la dogmática de Marx ha sido una calamidad para toda la humanidad, mírese por donde se mire, y los 200 años de su natalicio necesariamente representan una fecha luctuosa para la tierra.