El 7 de enero de 2015, la sede del semanario francés Charlie Hebdo, es atacada por encapuchados armados, identificados como terroristas del Estado Islámico, mensajeros de Mahoma que finalizan su obra al asesinar a 13 personas, entre ellos varios dibujantes.
El hecho se convirtió en un fenómeno global en pocas horas y la indignación de millones de personas que clamaban por la libertad de expresión y prensa no se hizo esperar, manifestaciones, tendencias globales en Twitter y diferentes expresiones de dibujo y arte se convirtieron en el símbolo que reprochaba el acto terrorista y respaldaba la revista, la que para muchos, sino, la gran mayoría era una publicación completa desconocida.
Gobernantes de diferentes naciones se expresaron en contra del atentado y se unieron a las miles de voces que clamaban justicia, Charlie Hebdo había sido mutilada, varios de sus mejores dibujantes habían perdido la vida en aquel fatídico día.
No todo es malo, el atentado del que fueron víctimas puso al semanario de regreso al radar, Charlie Hebdo solía poner a la venta 60.000 números semanales, cifra que se vio multiplicada la primera edición después del atentado para responder al interés y a los millones de peticiones recibidas tanto en Francia como en el extranjero.
Para finales de 2014, era un semanario que se encontraba al borde del borde de la quiebra y que tras el atentado pasó de 8.000 a 240.000 suscriptores, sin embargo, la explotación política y mediática del suceso revitalizó al medio de alguna forma a pesar de la tragedia.
Su primera edición después del atentado fue record en ventas, pasaron de un mínimo número de tirajes (60.000) a más de tres millones, los quioscos de París estaban abarrotados de gente que pedían un ejemplar fueron desocupados en minutos, pedidos de todas partes del mundo no se hicieron esperar, eso además de los 30 millones de euros que recibieron de diferentes sectores que se solidarizaron con la causa y aportaron para el renacimiento de la sede parisina que fue destruida durante el ataque de los yihadistas. ¿No es tan mal negocio cierto?
Charlie Hebdo entró al corazón de muchos, se había convertido en un medio portavoz de la libertad de prensa para muchos, el querido Charlie Hebdo.
Hoy, aquellos que alguna vez que alzaron la voz para decir con orgullo #JeSuisCharlie, al ver la portada de esta semana del Charlie Hebdo, despiertan con una terrible resaca, se sienten heridos y traicionados, al ver la una caricatura donde un niño que hace referencia a Aylan Kurdi permanece de un aviso publicitario que ofrece dos menús infantiles por el precio de uno. “Tan cerca de lograrlo...”, dice el texto de la caricatura.
Otro dibujo lleva el título de “Prueba de que Europa es cristiana”. La caricatura muestra a Jesús caminando sobre el agua mientras al lado suyo permanece el niño sirio tumbado en el agua. Jesús dice “Los cristianos caminan sobre el agua”, mientras que la otra dice “Los niños musulmanes se hunden”.
¿Qué pueden esperar de un semanario satírico? Es su deber, es su expresión y su estilo y nada puede cambiar eso, la autocensura no fue una opción antes ni después del atentado, el humor negro es su bandera, así ha sido desde su fundación en 1972 y no va a cambiar por haber recibido el respaldo del mundo en su momento de crisis, es su estilo y debe ser respetado.
Sus publicaciones están diseñadas para eso, conseguir la indignación de musulmanes, judíos y cristianos por igual, que occidente tenga más paciencia y sentido del humor, que Medio Oriente ya es un tema que entraría en discusión, pero aquellos que hoy se indignan con la caricatura de Aylan Kurdi, no pueden sentirse traicionados, son personas doble moral, que únicamente aprueban un hecho de un lado del muro, de hecho, cada que Charlie Hebdo publica una caricatura que hace referencia al Islam, así de indignados deben sentirse sus seguidores.
Por supuesto que los editores y creadores de Charlie Hebdo lo hacen a propósito, claro que lo hacen con el ánimo de ser controversiales. Es más, es posible imaginar a alguno de los dibujantes sentado en el consejo de redacción, dibujando los primeros bosquejos de alguna de sus caricaturas, enseñándoselo a sus compañeros “Espera a que vean esto” exclamará seguramente, mientras orgulloso exhibe su trabajo.
Si bien lo hacen con el propósito de ser polémicos, no es un discurso de odio ni de división entre naciones, es necesario ver más allá del paisaje, las ilustraciones de Aylan Kurdi, de los refugiados sirios y de muy seguramente todas las publicaciones de la revista son una crítica a la sociedad, a la hipocresía y lo absurdo del mapamundi actual, es una crítica social cargada de humor negro, no una afrenta a un pueblo o su situación específica.
Muchos ayer defendían el derecho a la libertad de expresión, pero hoy ven con repudio las publicaciones del medio parisino ¿Entonces?. Por supuesto que la imagen del pequeño muerto a orillas del mar Mediterráneo que conmovió al mundo es digna de respeto y representa la realidad de miles de familias que hoy buscan un lugar en el continente europeo, pero precisamente Hebdo eligió esta para transmitir esta crítica.
Aquellos que se horrorizaron con la imagen, por más cruda que pueda parecer, solamente pueden ser traidores a los principios que defendieron meses atrás, el verdadero e indignante hecho debe ser el de ver a un niño que se vio obligado a cruzar kilómetros para alejarse de la guerra; sin lograrlo, esa debería la razón para unirse en contra de la guerra, no una publicación que a fin de cuentas lo único que hace es relatar la sádica realidad.
Quizá los dibujantes, caricaturistas, editores y periodistas miembros del equipo de Charlie Hebdo son los únicos con los huevos suficientes para comunicar al mundo lo irónico de la situación migratoria que vive Europa actualmente, los únicos capaces de continuar con una labor que muchos hubieran frenado después de un atentado terrorista, y pueden apostar que esta no será la última edición. Hoy más que nunca #JeSuisCharlie.