Mientras el presidente Duque usa su puesto para reunirse con artistas o solicitar guitarras a artistas famosos para su colección, el país que los colombianos queremos, deseamos y necesitamos grita fuertemente que se debe luchar de frente contra la corrupción y mejorar las condiciones de educación del país.
El actual presidente es una persona que desde que fue senador habló de la doble moral de la corrupción, la cual consiste en pedir atacar de frente la corrupción pero solicitar impunidad a los que son corruptos. Pues bien, los ejemplos sobre su doble moral son claros en su gobierno:
- Alberto Carrasquilla: el exministro de Uribe, a pesar de todos los documentos acerca de los bonos Carrasquilla y sus efectos sobre 117 municipios, es ahora ministro de Hacienda.
- Claudia Ortíz: fue nombrada en la Agencia de Desarrollo Rural en un cargo que exigía muchos años de experiencia laboral y como no cumplía con lo establecido fue y juró ante notario público que tenía la experiencia suficiente. Sin embargo, la firma de asesoría con la que justificó sus años de experiencia se registró en el 2016.
- Vicente Torrijos: el periodista de Caquetá, nacido en 1962, sería el nuevo director del Centro de Memoria Histórica, a pesar de que en su hoja de vida dijera que su doctorado estaba pendiente (obtuvo dos contratos, uno en 2016 y otro en 2017, con la Escuela de Inteligencia y Contrainteligencia, cuyo requisito era tener doctorado), pero en su página web dijera que "él cursó el doctorado en Relaciones Internacionales y culminó su estancia postdoctoral en Asuntos Estratégicos, Seguridad y Defensa”.
- Nancy Patricia Gutiérrez: fue nombrada ministra del Interior, aunque en junio de 2008 la Corte Suprema de Justicia abrió una investigación preliminar por parapolítica y pocos meses después de esa apareció otra por haber utilizado su posición como presidenta del Congreso para conseguir información reservada del Das, que después usó para atacar en plenaria a su colega liberal Piedad Córdoba.
- Alejandro Ordóñez: el exprocurador fue sacado de su cargo el 7 de septiembre de 2016 por una decisión del Consejo de Estado que anulaba su reelección, esto porque para reelegirse les dio cargos a familiares cercanos de los magistrados que votaron por él. Aún así fue nombrado como embajador ante la OEA,
- Jorge Mario Eastman: aunque fue involucrado por varios testigos en el escándalo de seguimientos e interceptaciones telefónicas contra periodistas, magistrados y políticos opositores que realizó el Das en el gobierno de Álvaro Uribe, fue nombrado como secretario General de la Presidencia.
- Néstor Humberto Martínez: con todas las pruebas del conflicto de interés que el fiscal tiene en el caso de corrupción más grande del país, el presidente Duque dijo lo siguiente: “Yo creo que hay que reconocer que el Fiscal General de la Nación ha puesto la cara y emitió una carta. Tiene que seguir mostrando a la opinión pública esos argumentos que los ha presentado oportunamente”. Pues bien, acá es claro que el mismo presidente tiene conflicto de interés, debido a que cuando fue senador él mismo confirmó que viajó a Brasil por invitación de Zuluaga y de su hijo David a reunirse con la empresa Odebrecht.
- Consulta anticorrupción: después de los resultados del 26 de agosto, el presidente Duque dijo “decidimos apoyar los proyectos que estaban allí, conformar una mesa técnica, y hemos venido trabajando en el Congreso para sacar muchas de estas iniciativas adelante”. Sin embargo, solo faltando mes y medio para que termine el periodo legislativo, la ministra de Interior presentó el mensaje de urgencia que el presidente había prometido.
Ahora que en la actualidad se conoce que el costo de la corrupción en nuestro país está alrededor de 50 billones de pesos, un presupuesto mucho más alto que el de educación (34 billones), es justo decir “esto no va bien” y que si deseamos un cambio es necesario atacar los dos problemas de raíz.
Con la doble moral del presidente Duque es imposible que la lucha contra la corrupción sea un estandarte de su gobierno. Sin embargo, es deber de nosotros los ciudadanos que la movilizaciones de los estudiantes sí permitan que la educación sea un camino de transformación, incluso para ese horrible flagelo.