Tenemos como población un listado de derechos fundamentales que giran en torno a la vida como garantía inalienable, a partir del cual se desprenden postulados que nuestra constitución y los tratados internacionales reconocen de manera amplia para la consolidación de la existencia humana, estableciendo que el Estado a través de sus servidores públicos debe proteger los considerados derechos humanos.
Sin embargo, el recrudecimiento de la violencia policial indica claramente que se está desconociendo de manera grave la protección de la vida y la honra como elemento esencial del bienestar general, con el beneplácito del presidente y de sus ministros; es decir, que el grueso de la población está expuesta a la lesión de nuestra integridad personal y familiar, y que las comunidades están absolutamente desprotegidas, sin que haya una respuesta estatal de los altos funcionarios que tienen el deber de abogar por la convivencia y la paz.
La arbitraria confrontación política y la obstinada intención de consolidar la permanencia en el poder y en el desbordado ejercicio del gobierno nacional dan muestras de enconados odios que pretenden agravar el caos y la violencia, para justificar el arbitrario ejercicio de la fuerza policial, caracterizado por una actitud de arrogancia de los agentes que pretende intimidar a las habitantes de todas las comunidades.
Que no le quepa la menor duda a nadie, que en estos funestos momentos tenemos solo un enunciado de derechos humanos estropeados y amedrentados por el presidente y su gobierno a través del cuerpo policial, no como un simple y aislado exceso del monopolio de la fuerza, sino como reflejo de una política de escamoteo y quebrantamiento de los esfuerzos por alcanzar la paz, para que en medio del provocado caos se imponga una autoridad que no suple los reclamos de la mayoría de las comunidades sino que utiliza la represión como ejercicio arbitrario del poder.
Por ello, debemos hacer grandes esfuerzos para que se respeten nuestros derechos humanos, en el sendero de reclamar la consecución y satisfacción de las necesidades básicas de salud, educación, vivienda, trabajo, recreación, ambiente sano y otras más que garantizan el crecimiento personal de todos y cada uno de quienes habitamos este país. En este camino, se hace necesario participar en la construcción de propuestas gubernamentales que nos garanticen nuestra participación en un gobierno en donde por fin prevalezca el interés general y finiquite el monopolio de las excluyentes minorías que ejercen el poder.