La multitudinaria caravana de colores que pintó el centro de la ciudad y se concentró al final en la plaza de Bolívar fue denominada como la más concurrida en la historia de la capital, donde cumple 23 años de tradición en esta ocasión.
Esta marcha que es un símbolo de la expresión social de este sector que ha sido segregado durante años ha mantenido como tradición la visibilización de una comunidad discriminada y violentada que sale con orgullo para hacerse sentir presente y parte de una misma sociedad. Este año el río de gente que llenó de colores y alegría la carrera séptima de la capital creció de sobremanera y fue emblemática por una serie de cualidades que valen la pena destacar.
La cita fue en el Parque Nacional, desde donde muy temprano comenzaron a reunirse personas de todo tipo —una marcha que solía reunir solo a personas LGTBI y uno que otro curioso que divisaba desde las aceras, esta vez convocó más gente y en gran cantidad—. En esta ocasión se convirtió el evento en un mar de personas de todos los colores, estilos y gustos, no solo lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales sino también heterosexuales de todas las razas, religiones, credos culturas y edades.
A lo largo y ancho del parque se veía la bandera de colores, representativa de la comunidad, ondeadose por montón. Miles de camisetas y pancartas resaltaron y confirmaron las sexualidades, y para resaltar los heterosexuales demostraban su apoyo incondicional a los derechos y la igualdad de los LGTBI. Hacia donde se divisara se podían ver abuelos con alguna alusión representativas, niños con el arcoiris pintado en sus mejillas, familias enteras gritando arengas a favor de la diversidad y hasta mascotas con collares y vestidos multicolores. ¡Con total certeza la diversidad se notó más que nunca!
Fue un ambiente de fiesta y de alegría contagiosa: la música se escuchaba por doquier, los drag queen posaban para todos aquellos que les pedían fotos, y los besos entre mismo género y sus manos entrelazadas fueron el plato del día. Sin temor, sin prejuicios, solo con amor por doquier. No hubo ataques, no hubo miradas raras y cero grado de homofobia, no hubo espacio para el odio que mucha veces aún se siente tanto en nuestra sociedad. Ese domingo fue un día lleno de color y con solo cabida para mucho amor.
La marcha dio inicio sobre las 2 de la tarde con un sol resplandeciente que hacía mas grande la alegría y la algarabía representativa de esta fiesta. Los pitos, los tambores, los bailes y las arengas desde ese momento no pararon de sonar y a lo largo del camino se fueron reuniendo más personas que se unían con la misma finalidad. Los jóvenes fueron la mayor distinción sin lugar a dudas, una vez más nos demuestran que vienen cargados con una mentalidad fresca y renovadora. La mayor muestra representativa que la sociedad está cambiando en todo aspecto es la convicción y la fuerza con que las nuevas generaciones toman parte en temas coyunturales para la sociedad como los son los derechos igualitarios, el respeto y el reconocimiento.
Una de las cosas más representativas y que llamó inmensamente la atención fueron los mensajes de amor que sobresalían entre la gente, las pancartas y carteleras desbordaban con mensajes de no retroceso e invitaban a defender los derechos adquiridos. Además, habían gritos desesperados a la unión, de aquí el eslogan proporcionado para este año y que cae como anillo al dedo en tiempos de polarización: #LaDiferenciaNosUne. Esta frase no se dejó de leer y escuchar durante todo el evento, junto con #LaIgualdadEsImpareple y #NiUnPasoAtras.
Así mismo, el llamado a la no invisibilización por parte del futuro Gobierno nacional en temas como justicia y e igualdad tampoco se hizo esperar. Las organizaciones civiles unidas en una misma misión encabezaron la marcha y la condujeron a lo que sería el regalo de la administración distrital: una fiesta cultural al final del recorrido.
Juan Carlos Prieto, director de Diversidad Sexual de la Secretaría de Planeación Distrital, resaltó en entrevista con la W esa misma mañana que además de celebrar los 23 años de llevar a cabo este evento en la capital, también se celebraban los 10 primeros años de la implementación de las políticas públicas LGTBI de la ciudad Bogotá. Entre esas resaltó los dos centros comunitarios para esta comunidad y un centro de atención prioritaria a la discriminación. De igual forma informó sobre la estrategia de cambio cultural que se está implementando desde la secretaría y que se ha denominado “Puede Ser”, parte de esta es el festival por la igualdad que arranca oficialmente el 1 de julio y que tiene como primer objetivo instalar ese mensaje de respeto y de igualdad. Este festival durará en la ciudad 15 días y acoge el festival de cine rosa que ya lleva varias versiones en la capital.