El senador Jorge Enrique Robledo no está ni cerca de ser el próximo presidente de este país. Su discurso trasnochado y ladrilludo no lo digiere nadie y esa es la principal razón por la que no logra llegarle a la gente. Es verdad, Robledo fue el senador más votado en las últimas elecciones, pero de nada sirve si el capital político que construyó solo lo tiene en Bogotá, y para nadie es un secreto que la capital siempre ha tendido a la izquierda.
Robledo no le llega a la gente porque se cree superior a los demás, no tiene la más mínima modestia en hablar como un académico que desayuna con el Capital de Marx y se acuesta con los libros de Adam Smith. Esto no significa que sea un pecado ser un buen lector y un buen analista, tanto económico como político, pero si no es capaz de traducir todas las mamertadas que anda disparando contra uno y contra otro, Robledo se va a pegar una quemada que ni la alianza más grande en la izquierda podrá salvar.
Tampoco se trata de defender a Gustavo Petro, el prepotente por excelencia. Este hombre no camina sino levita, a pesar de codearse con el pueblo de este país. Y ahí radica la diferencia entre estos dos hombres de izquierda que están tremendamente alejados en las encuestas presidenciales. Petro es un hombre que no le tiene asco a la gente y se ha dedicado en estos dos últimos años, sin contar los que estuvo en la alcaldía, en llegar a todas las personas fuera de Bogotá. El exalcalde también tiene un bagaje de conocimiento político y económico muy respetado, independientemente de los títulos que pueda tener, la diferencia es que no habla como un militante del MOIR (sí, estoy refiriéndome al mismo Robledo), sino como un hombre que analiza los problemas desde las problemáticas que más le importan a la gente. Y esto tiene un fundamento que, aunque no lo parezca, hoy en día tiene mucho peso. Gustavo Petro es el segundo político con más seguidores en Twitter, solo superado por Álvaro Uribe Vélez, pero la diferencia es que nadie le maneja las redes a Petro. El tipo no le suelta a nadie su cuenta, mientras que el resto de políticos tienen su “community manager”.
Petro es un verdulero porque no tiene miedo de decirles las cosas en la cara a los demás, en cambio Robledo, como se vio en el foro de Vicky Dávila en La W, no tuvo la suficiente valentía de cantarles la tabla a todos los otros candidatos. Tuvo miedo de hablar como lo hace en el Congreso, en donde se despacha contra Raimundo y todo el mundo con nombre y apellido, porque ahora “debe cuidar su imagen como candidato, para agradarle a más gente”. Pues hombre, Petro, que no va a ganar ninguna presidencia por estar más enredado que todos, le dio clase de cómo ser un político efectivo en el discurso.