Luego de lo que estamos viviendo en estas dos últimas semanas, volvemos a decir que la protesta es un derecho fundamental consagrado en la Constitución Política en el artículo 37: “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Solo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”. Si un grupo de colombianos no está de acuerdo con lo que se viene haciendo en lo público o en lo privado, hace que ellos se manifiesten, por redes sociales o por medio de marchas, primero porque parte de los recursos con los que opera el sistema se derivan de nuestros ingreso e impuestos y segundo porque somos veedores de que estos recursos cumplan con su función social. Por esos es que surge la protesta como manifestación de inconformismo frente a lo que se está haciendo con nuestros recursos.
La mayor cantidad de aportes que se hacen por la vía de impuestos los coloca la clase media y no la clase alta, que ha sido beneficiada, con un argumento falaz de generación de empleo que no se ve reflejada en las tasas que el mismo gobierno emite en los informes del Dane. Al margen de este punto: cuando los servicios de salud son pésimos, cuando la educación es mediocre, cuando los impuestos son altos, cuando los salarios de la mayoría son paupérrimos, cuando la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando, cuando la seguridad interna es cuestionable (delincuencia común y organizadas) entre muchas otras variables. El pueblo, la gente del común se manifiesta a través de la protestar, la gestión, la distribución apropiada de los recursos escasos no se está llevando a cabo en las condiciones que el país demanda.
Recordemos un poco la historia, primero las luchas de emancipación de mediados del siglo XVIII en Estados Unidos, iniciaron por una situación de inequidad, las 13 colonias inglesas, como respuesta a las medidas políticas y económicas impuestas por Jorge III, quien era el rey en esa época, más la diversas acciones de rechazo que no fueron atendidas en su momento por este monarca, llevaron a personajes como Thomas Jefferson, George Washington, Benjamín Franklin entre otros a declarar su independencia el 4 de julio de 1776. Otra lucha derivada de la mala administración y como consecuencia de los impuestos fue la Revolución Francesa, que fue un conflicto social y político con violencia periódica que llevó al caos a Francia e irradió a parte de Europa y posteriormente a América Latina.
Esta revuelta se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789, entre los principales factores que motivaron a esta revolución se encontraban: Un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez, una aristocracia incluido el clero que se aferraban a los privilegios feudales, la clase burguesa que desde el siglo XVII había alcanzado poder en el terreno económico y se comenzaba a asentar en lo político, las clases populares, la urbana y la campesina se encontraban empobrecidas por el incremento exagerado de los precios de los productos de necesidad básica para la subsistencia ,como los cereales que eran la base para el pan, y un punto coyuntural y afín con la revolución americana, el incremento continuo de los impuestos y los derechos señoriales reales, la expansión de las nuevas ideas ilustradas (ya la gente no era tan “ciega” e ignorante), la regresión económica y la crisis agrícola cíclica. Esto son solo algunos de los puntos para no extender mucho este escrito. Estas dos grandes revueltas, a propósito de los 200 años de la batalla de Boyacá, fueron en parte insumo para la lucha de independencia en América y particularmente en lo que hoy conocemos como Colombia. Pero en el siglo XX, le siguieron otras muchas luchas para buscar un cambio importante y radical en una sociedad en construcción, pero sin una identidad nacional. La historia nos enseña que las manifestaciones si generan cambios cuando los gobiernos son malos en todo sentido.
Un punto que no se puede dejar al margen, es el papel que juegan las fuerzas policiales y del ejército dentro de esta situación, creemos que pagamos impuestos para que se tenga un cuerpo de seguridad apropiado, profesional y responsable, que vele por la seguridad, no solo de quienes por elección popular han sido elegidos para que nos representen, o de las personas ricas y “poderosas”, sino para la esencia del país, el pueblo. Cuando vemos que estas organizaciones van en contravía de la protección ciudadana y actúan en contra de las personas del común, solo por mostrar su poder y no para protegernos, estamos mal. Si se ataca de manera irresponsable a los civiles asesinandolos como ocurrió con el estudiante recién fallecido Dylan Cruz o con los líderes sociales por velar por los derechos de sus pueblos, pero también está la otra postura, si los civiles atacan a las fuerzas del orden es natural que estos busquen defenderse.
Todos entramos a cuestionarnos, más aún con la reflexión del comandante de la policía quien trata de justificar la acción de su subordinado, poniendo como ejemplo a sus no sé cuántos policías heridos, pero también está el contra argumento de algunos políticos que aprovechando el desorden buscan tomar partido, en el caso de los agentes de policías, ellos tiene formación y escogieron esta profesión porque tiene vocación de servicio, fuera de eso están armados, y no pueden disparar a diestra y siniestra, sin asumir las consecuencias de sus actos, sobre todo cuando se trata de personas civiles que están ejerciendo su derecho constitucional a la legítima protesta, caso contrario si se trata de los civiles que convertidos en vandalos destruyen y buscan la anarquía.
No pagamos nuestros impuestos para que contraten asesinos disfrazados de policías (que afortunadamente no son mayoría, esto no es la primera vez que ocurre, recordemos los desmanes de la fuerzas del orden en la década del 70 del siglo pasado durante el gobierno de López Michelsen , donde también fueron sacrificados jóvenes de diversas universidades públicas y privadas, por ejercer el derecho a la protesta, ellos al parecer ya están en el olvido) y perjudiquen a familias cortando de tajo, las esperanzas de jóvenes que apenas están entendiendo las dinámicas de un país extraño como es Colombia, tampoco protestamos para que se acabe con el patrimonio público, sin embargo, en medio de la tragedia seguimos riéndonos y haciendo chistes (memes), para tratar de disipar nuestras grandes decepciones. Lamento mucho que no entendamos que merecemos el gobierno que tenemos, porque nosotros los elegimos, pero más lamento que por manifestar nuestro inconformismo seamos tratados como delincuentes y acabemos viendo como nos maltratan y en ocasiones matan. Seguimos siendo tratados como niños en periodo de formación y creen que con un dulce nos disipan, se debe dar un diálogo urgente entre las partes, hacer concesiones y buscar el bien común, no podemos seguir aguantando tanto abuso.