La DIAN azota a los cambistas de bolívares en Cúcuta

La DIAN azota a los cambistas de bolívares en Cúcuta

"El filo de la DIAN parece azotar a quienes se ajustan a la legalidad en una zona donde el contrabando hace de las suyas desde los escritorios hasta las trochas"

Por: Angélica Rojas Cárdenas
octubre 05, 2017
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La DIAN azota a los cambistas de bolívares en Cúcuta

Las cadenas de la frontera tienen llave y candado, pero nadie abre su desarrollo económico; al contrario, se oxidan en medio de una crisis que tiene dueño.

Los habitantes de frontera no se habían levantado de aquel golpe que sintieron como una puñalada en el corazón cuando el presidente venezolano Nicolás Maduro lanzó la orden del cierre de frontera, paralizando el comercio en Cúcuta. Ahora sienten el filo de las leyes sancionadas desde el corazón de Colombia.

El sector de compra y venta de divisas profesionales ubicado en Cúcuta y su área metropolitana parece agonizar lentamente ante las medidas de operación decretadas por la DIAN (Dirección de Impuestos Aduaneros Nacional).

Por eso, decidieron parar sus actividades durante 8 días. Con un plantón en las principales calles de Cúcuta intentaron sacudir su impotencia ante la imponencia del filo de las normas de la DIAN.

A paso lento, con sus actividades pausadas, buscan hacer eco para que la realidad económica de la frontera llegue hasta los escritorios del gobierno nacional y no se queden solo en archivos, sino en debates que favorezcan la frontera.

El bolívar se paró en la frontera, las máquinas contadoras de billetes se apagaron, las largas filas de venezolanos desaparecen ante la mirada desconcertada y el comercio parece quedar mudo.

El filo que desangra al bolívar es la resolución 060 y la resolución 030 de 2016, hechas para ciudades como Cali, Medellín o Bogotá, pero que exigen una normatividad que se aleja a la realidad del comercio fronterizo de Cúcuta.

En una compradora y vendedora profesional de divisas ubicada en La Parada llegan cientos de venezolanos a vender dos o tres fajos de bolívares que hacen peso en sus bolsos, una carga más que traen a cuesta. Sin embargo, cuando reciben los pesos solo les dan dos o tres billetes que a duras les alcanza para un mercado. Al parecer pagan la condena de tener en sus bolsillos la carga de una moneda devaluada.

Hacen largas filas, esperando ser atendidos o buscando un precio mejor en las diferentes compradoras y vendedoras de divisas, pero con las exigencias de la resolución 060 las filas no irán a terminar. Con la implementación del formato 536 que se ajusta a la compra de 200 a 500 dólares, las casas de cambio tendrán que llenar formularios, ingresar a sus clientes en listas de la Interpol y la ONU, exigencias que parecen no ajustarse a clientes que compran desde 20.000 pesos y que son los que se acumulan en las largas filas.

El filo de la DIAN parece azotar a quienes se ajustan a la legalidad en una zona donde el contrabando hace de las suyas desde los escritorios hasta las trochas.

Mientras los congresistas y funcionarios del gobierno nacional elaboran leyes y normas desde la comodidad del frío, en Cúcuta se acalora la supervivencia del comercio. Es que el bolívar es la moneda que impera en el bolsillo y cajones de los cucuteños.

Si la normatividad busca legalizar e institucionalizar toda actividad comercial que se desarrolle en zona fronteriza, ¿por qué la DIAN no se ha ocupado de los cientos de venezolanos que trabajan en los andenes de las casas de cambio y locales comerciales que ofrecen el bolívar como pan caliente? Muchos lo hacían por necesidad, pero ahora toman ventaja del bolívar y se aprovechan de este, evadiendo los impuestos.

Si la DIAN quiere depurar esta actividad comercial, ¿qué espera para tomar cartas en el asunto o será que poco les interesa la actividad comercial del cambio de moneda que se realiza en los andenes y esquinas de La Parada? Mientras las compradoras y vendedoras profesionales de divisas se acatan a las normas que son clavadas como un puñal, los demás sacan provecho del cumplimiento de las casas de cambio.

Más se demoraran en llenar los formularios de los clientes, que vienen cansados de las caminatas al sol, que entregar el cambio a los compradores.

Ante la vista de funcionarios de la DIAN y policías, los vendedores ambulantes, los locales comerciales, las farmacias y los venezolanos se avivaron del bolívar y dedican su tiempo al cambio de moneda, una actividad extra que desempeñan sin ningún temor por la falta de presión de la autoridad.

Mientras que los maneros que trabajaban en los andenes de la Autopista Internacional Simón Bolívar fueron desalojados por las normas de la DIAN y tuvieron que reubicar sus actividades en locales adscritos a los impuestos, otros resurgen en las esquinas y andenes, entran y salen por el puente Simón Bolívar y hacen de las suyas en la tierra de nadie.

Durante 20 años Karina Higuera Clavijo ha dedicado su vida a la compra y venta profesional de divisas en La Parada. Con gratitud abre las puertas diariamente a los venezolanos que llegan con sus bolívares y ha sido testigo y protagonista de los cambios de su trabajo, así como de la falta de garantías laborales del gobierno nacional.

"En La Parada, le producimos ganancias al gobierno, trabajando una moneda en devaluación, pero es el gobierno que no ve la realidad en que sobrevivimos", dijo Clavijo.

Es que la legalidad cuesta caro en una zona de frontera que ocupa el segundo puesto de desempleo con un indice de 15,3% en el trimestre de junio-agosto.

Si los ciudadanos de frontera no se hacen sentir en los pasillos del Congreso, entonces que las cifras de desempleo e informalidad hablen por la frontera, ya que los honorables y respetuosos funcionarios municipales y regionales no lo logran.

¿Qué pasará con las casas de cambio que no logren ajustarse al filo de la resolución 060?, ¿pasarán a ser otra cifra que aumenten el desempleo?

Según cifras de Asocambios, durante el 2015, este sector produjo 1.147 empleos a la ciudad, pero ni eso parece importarle al filo de la DIAN.

¿Qué pasará durante los 8 días de paro del gremio de cambistas?, ¿será acaso que la DIAN controlará el cambio de moneda que realizarán los locales comerciales a los que acuden los venezolanos a realizar sus compras?

Para nadie es un secreto que mientras el gremio de cambistas profesionales salen a protestar a las calles con sus negocios cerrados, otros sacarán ventaja y tomarán el control del cambio del bolívar. Los cajones y maquinas registradoras de los locales comerciales se abastecerán de esta moneda a un precio de compra y venta que ellos impongan.

Entonces, si a la DIAN le interesa controlar la legalidad del cambio de moneda, ¿será que tomará control de la actividad extraeconómica que desempeñará todo aquel cuya actividad comercial no sea el cambio profesional de divisas?

Al parecer el interés es controlar la minoría que se ajusta a la legalidad, mientras que la mayoría que trabaja en la ilegalidad del cambio de moneda vive del timbo al tambo sin presión del filo de la DIAN.

Con las puertas cerradas y con la voz en las calles buscan que el gobierno nacional voltee por un instante la mirada a la zona de frontera. Es hora de que los funcionarios del gobierno nacional pisen tierra fronteriza y aguanten el calor que se vive en estas calles para dar soluciones al comercio de una ciudad que va en decadencia como el bolívar porque los comerciantes están cansados de las promesas que van y vienen.

El sector económico de cambistas reclama ante el olvido del gobierno nacional que solo se acuerda de la existencia de Cúcuta para el cumplimiento de  nuevas normas, que en vez de impulsar su desarrollo, pareciera hundirlo en el intento de los que sobreviven en la condena de la economía fronteriza.

Un filo que desangra al comercio fronterizo que tiene que recordarle al estado colombiano que Cúcuta también pertenece a Colombia, aunque pareciera otro país dentro de su mapa que comercializa con bolívares.

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