Hoy, 31 de julio de 2017, me encuentro con un titular que retrata la completa falta de respeto a la verdad de ese diario corrupto que es El Tiempo, con un manejo de la opinión pública que, desafortunadamente, come cuento.
Titula ese diario de mala fe: “A sangre y fuego impone Maduro su Constituyente”. Solo los incautos pueden aceptar que la sangre y el fuego se la achaquen a Maduro, cuando fue la oposición, apoyada por Trump, por Rajoy y por Macri –para solo mencionar a tres especímenes defensores del capitalismo voraz– la que armó barricadas para sabotear las elecciones a la Constituyente.
¿Por qué lo más rancio de la reacción mundial le tiene tanto miedo a la Constituyente? Porque de allí pueden salir malos ejemplos para el resto de los pueblos agobiados por el capitalismo, reaccionario y explotador.
Primero, los candidatos a constituyentes no fueron escogidos por los partidos sino por organizaciones sociales. Por eso la oposición no quiso participar en esas elecciones, porque es un peligrosísimo ejemplo, que destruye el modelo de democracia burguesa que impera en los países capitalistas. La deslegitimación de los partidos es el fin de la herramienta usada por los capitalistas para transformar la democracia en clientelismo.
Segundo, las organizaciones campesinas presentaron candidatos que ya han dicho que convertirán en un principio constitucional la prohibición de las semillas transgénicas. ¡Horror, ha gritado Monsanto! porque se les acaba así la eliminación en que vienen empeñados de las semillas naturales para sustituirlas por semillas intervenidas y registradas, que dañan la salud humana y animal y arruinan al campesino medio y pequeño, fortaleciendo los monocultivos latifundistas.
Tercero, porque el gremio de los farmaceutas y los químicos, que no son dueños de laboratorios, elevarán a principio constitucional la eliminación de las patentes químicas que han convertido la salud en un negocio corrupto y monopólico. ¡Horror, grita Bayer! porque se les acaba el enriquecimiento ilícito que vienen cometiendo con la complicidad de médicos y funcionarios del sector salud, corrompidos con la plata que les pagan los grandes laboratorios.
Cuarto, el antimonopolio quedará consignado en la Constitución como un hecho prohibido gracias a las gestiones que adelantarán los medianos empresarios que han sido electos constituyentes. Porque, actualmente, ¿quién controla lo que comemos? Los monopolios benefician a las corporaciones, no al público y refuerzan el poder y la influencia política de esos monopolios en el manejo de la política para decidir sobre el mercado.
Quinto, los gremios de periodistas no dueños de medios de comunicación, que no están al servicio de los grandes cacaos dueños de éstos, tienen ya sus representantes en la Constituyente y allí podrán incluir normativas para que la transparencia, la verdad y la equidad sean la norma imperante en el ejercicio de la libertad de prensa.
Y no sigo, porque cada gremio, cada grupo social, podrá establecer normas constitucionales que defiendan el interés público. No solo eso, la ciudadanía también podrá presentar propuestas, porque los constituyentes no son “representantes” de los electores, y por ello la ciudadanía podrá participar en forma directa. ¡Qué miedo para nuestros congresistas si el pueblo colombiano se contagia de esta nueva forma de democracia!
Ahora bien. El pueblo venezolano se comportó como héroe en estas elecciones. Ahora se exige que, como anoche se lo decía directamente el pueblo a los dirigentes, que estos sepan responder al ejemplarizante papel que desempeñaron las bases chavistas, que han dado ejemplo de grandeza y de consciencia.