Heandel Rentería había advertido de la falta de garantías para atender a los paciente de COVID-19 en Quibdó. El 2 de abril puso un mensaje en su Twitter pidiéndole al Estado el respaldo necesario, pues en el Hospital San Francisco de Asís venían haciendo los reclamos desde el inicio de la emergencia. Nadie los escuchó.
El pasado 24 de junio Heandel falleció por coronavirus. Hoy, aunque su imagen se convierte en un símbolo del abandono estatal, no es consuelo de nada pues tuvo que entregar su vida para salvar la de los demás. El hospital fue intervenido por la Supersalud el pasado 11 de junio, dos meses después de la súplica de Heandel.
Con el pito de la sirena de una de las ambulancias, sus compañeros del hospital le rindieron homenaje y despidieron sus cenizas en una de las instalaciones de la entidad.
Desgarrados por el dolor, su familia, sus amigos y sus colegas le dieron el último adiós. Sus cenizas salieron del hospital rumbo a Bagadó, su tierra natal, donde también recibirá los honores merecidos.
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