Dicen los que saben que el presidente de los colombianos incurre en faltas graves para gobernar; que quiere aplicar su justicia social a como dé lugar y que su ejercicio de autoridad hace que los colombianos se desestabilicen emocionalmente; pensando que su forma de gobernar no es la más adecuada y que de la mano de los partidos políticos legaliza su actuar y como no pudo ganar su lucha cuando se dedicaba a cometer actos ilícitos quiere conquistar su triunfo en la ciudad.
En Colombia no existe un líder político de verdad, con gallardía y honor, que convoque con firmeza y en el marco de la ley; que aún está a favor de la sociedad, que no comulga con las políticas de Estado de este gobernante que nos tiene sometido a sus propias leyes. Pero existen ciudadanos que no siendo perfectos en materia política, podrían unir los partidos políticos y a la sociedad en general.
Como en la época de Gandhi nos obligan a recodar que es el poder y que es el conocimiento en una versión mejorada; ya que los bandidos en Colombia como las larvas se han mutado y nos vendieron la idea del que se exprese mejor y muy pacíficamente con una lingüística casi perfecta; dicen los que les conviene que ese es el educado.
Estamos a tiempo de corregir y regular. Nos remontaremos hasta la época de Diógenes y le diremos que nos preste una lámpara para encontrar un líder de verdad, que su vida se mueva en el marco de la independencia, firmeza y que su inclinación política no sea un espectáculo, una maña y una estrategia.
Que nos enseñe que es la verdadera honradez; para así esa rebeldía y sublevación estén impregnadas de triunfo; como un acto de justicia que hoy debe llamarse la solución; una desobediencia civil.