En pleno 2019 aún vemos como la desigualdad sigue vigente en este país, a diario miles de familias luchan por tener un sustento diario, por tener una vida digna que les permita tener lo básico. Y es que claro a el gobierno le conviene que los pobres sean más pobres, para que las mismas familias que gobiernan sigan en el poder. La pobreza extrema sigue estando allí, en lo alto de los cerros, aglomerándose, mientras el gobierno dice que los pobres ahora serán de clase media, ¡Eso no soluciona nada!, el solo hecho de cambiarle el nombre a la situación no erradica el problema. Y es cierto que los tiempos han cambiado y hay más infraestructura que en el pasado, como el Transmicable, además de que la mayoría de las calles ya están pavimentadas, pero muchos jóvenes y adultos no tienen la oportunidad de progresar, porque el gobierno los limita a no poder superarse.
Dicen y dicen que los sueños se pueden cumplir, pero el sistema no permite muchas ocasiones expandir el horizonte, abrir nuevas puertas, alejarse de las carencias y las dificultades que tiene la ciudad. Son pocas las oportunidades para “salir adelante” para dejar de sobrevivir, vivir sin cohibiciones, sin apuros y dificultades. Los campesinos también entran aquí, donde no se les remunera como debería ser, donde les pagan muy poco por terrenos que duran cosechando hasta 6 meses un solo producto. La educación es escasa y el dinero no permite viajar a la ciudad para estudiar en una universidad, los programas creados por el gobierno para ayudar a los jóvenes no sirven, porque al obtenerlos se los arrebatan de las manos, los dejan con las manos vacías. No podemos negar que muchos campesinos migran a la ciudad buscando tener una mejor calidad de vida, pero cuando llegan el panorama se oscurece y se pinta peor de lo que esperaban.
Es muy triste ver a diario en las calles miles de personas intentando conseguir dinero, subiéndose al transporte público a ofrecer algún producto, levantándose muy temprano para poder preparar los productos que venden, e incluso a muchos les ha tocado recoger lo que otros no usan.
La educación es clave para erradicar la pobreza en el país, pero como no es el caso de Colombia, donde la educación no es un derecho, si no un privilegio. Muy pocos egresados de los colegios consiguen entrar a la educación superior, es un desafío poder estudiar en este país, el gobierno cobra la mayoría de los impuestos a los pobres, mientras que con los empresarios y ricos del país se hacen los de la “vista gorda”
¿Hacia dónde nos dirigimos como país, si la prioridad son otros y no nuestro propio pueblo?
No es que esté en contra de los venezolanos, obviamente siento mucha empatía por las privaciones a las que se están viendo enfrentados y no me imaginaria migrando a otro país en esas condiciones. Pero aquí el problema es que el gobierno no está teniendo en cuenta la poca infraestructura y el poco empleo que tiene Colombia para ofrecer, no todos los colombianos cuentan con un empleo y con un sueldo suficiente que les permita pagar un arriendo y comida ¿Cómo es posible darle empleo a tantas personas en ciudades donde el comercio y la industria no pagan como se debe?
El desempleo sigue en aumento, aunque alguien estudie un pregrado y un posgrado es muy difícil conseguir un trabajo que remunere como debería ser, ya no vale estudiar, los empresarios prefieren contratar extranjeros que no deban pagarles prestaciones de ley, seguro médico o un sueldo que justifique lo hecho en el trabajo. ¿Y dónde está el gobierno? Dónde están las soluciones para contrarrestar el desempleo y posteriormente la pobreza, parece que les quedara grande manejar este país. Con el salario mínimo año tras año se ven enfrentados los empresarios con el sindicato de trabajadores, lo poco que se le sube al salario solo alcanza para solventar la inflación, le suben al transporte público, le suben a todo y no nos dan garantías para que todos podamos vivir dignamente.
Esto no se trata solo de quejarse, porque muchas personas dicen “entonces váyase del país”, pero si no me quejo yo como ciudadano, quién lo va a hacer por mí, quién más va a exigir un cambio positivo. Si no nos unimos como un verdadero pueblo, siempre estaremos conformándonos con lo poco que nos entregan a cambio de nuestros impuestos.