Fue el gélido frío de los cerros de Bogotá el que despertó a Rosa Elvira Cely aquel 24 de mayo del 2012. Empezó a ser consiente de los dolores internos y externos en su cuerpo que le impedían moverse y que le había ocasionado con crueldad Javier Velazco. Debilitada logró llamar a las líneas de emergencia insistentemente para pedir auxilio de urgencia. Casi tres horas después la Policía encontró su cuerpo en el Parque Nacional y unas dos horas luego la llevaron al hospital Santa Clara mientras las perforaciones en sus intestinos, su vagina y su ano y el golpe en la cabeza empeoraban su estado de salud. A los cuatro días y ante la conmoción de todo el país, falleció.
Después de la muerte de su hermana, Adriana Cely se echó al hombro la tarea de descubrir cada uno de los responsables detrás de ese feminicidio. Si bien la culpabilidad de Velazco - quien era compañero de Rosa Elvira y esa noche se había ofrecido a llevarla a su casa- se hacía cada vez más evidente, la familia quería revelar más y dar respuesta a cientos de interrogantes sobre aquella noche. Y por ahí fue que el 22 de agosto del 2014 llegó una demanda al despacho de la Policía, la Fiscalía y la Secretaria de Gobierno y Salud por no cumplir con su deber: atrapar a Velazco que tenía antecedentes de homicidio y de violación a sus dos hijas, y por no atender la emergencia a tiempo.
Dos años estuvo rebotando en juzgados la demanda, mientras cada una de las instituciones se zafaba de cualquier responsabilidad. Empezaron a aparecer las amenazas verbales y escritas, los seguimientos e intimidaciones contra la hija de Rosa Elvira y Adriana Cely. Al tiempo que Velazco era enviado a la vallenata cárcel La Tramacúa a purgar 48 años de prisión, junto a Luis Alfredo Garavito y Rafael Uribe Noguera.
Pero no fue sino hasta el cambio de Alcaldía, cuando la Secretaria de Gobierno, en ese entonces a cargo de Miguel Uribe Turbay, se manifestó y puso el peso del feminicidio de Rosa Elvira en ella misma. “Todos sabían que (Javier Velasco y Mauricio Ariza, este último absuelto) tenían comportamientos raros y los tildaban de malosos. No obstante lo anterior, Rosa Elvira Cely salió a departir con ellos, se tomaron unos tragos (…) Si Rosa Elvira Cely no hubiera salido con los dos compañeros de estudio después de terminar sus clases en horas de la noche, hoy no estuviéramos lamentando su muerte”.
La indignación se explayó por la Plaza de Bolívar. Las pancartas, las arengas, las caras de furia y los tambores exigían en una sola voz la renuncia del entonces secretario de Gobierno de Bogotá Miguel Uribe Turbay. Desde que había llegado a ese cargo por decisión del alcalde Enrique Peñalosa y el empujón del expresidente Juan Manuel Santos, nunca había estado contra las rejas de la picota pública. El joven político tuvo que salir a rectificar, argumentando que no conocía el concepto de la abogada de su despacho y que en una forma de reparación sacó a la abogada Luz Stella Boada, que había tomado la decisión.
“Quiero en nombre del distrito ofrecerles disculpa por el tipo de argumento que ha utilizado la secretaria de gobierno en este caso (…) Nuestra intención no es revictimizar a las mujeres que han sido víctimas de este tipo de delitos y es por eso que hemos dado la instrucción para que se rectifique y se retire este argumento, para que el señor juez no lo tenga en cuenta en la defensa de la administración”. Miguel Uribe Turbay salió del cargo dos años después del revuelo sin que se conociera más sobre la responsabilidad de la Secretaria de Gobierno, sin darle mayores respuestas a la familia, sin haber sentido algo por todas las mujeres que insultó repitiendo el mismo discurso machista "la culpa es de la víctima".
Hoy el niño Miguel Uribe Turbay busca llegar a la Alcaldía de Bogotá, apoyado por el Centro Democrático, los liberales, los conservadores y los cristianos. Intenta ocupar el segundo puesto más importante del país pero nosotras, las mujeres de la capital no olvidamos su desidia contra Rosa Elvira Cely y casi que nos comprometemos a evitar que llegue al poder un delfín machista.