Durante sus años de gloria, El Cacique de la Junta fue el sueño de todas las mujeres. En cada pueblo se pelaban por estar en la primera fila de sus toques, luego rogaban para que las dejaran pasar a su camerino y pasar así fueron unos pocos minutos con Diomedes Díaz. Si tenían suerte, pasarían la noche con él y si lograban atrapar su atención, tal vez las volvería a llamar. Pero nunca se dejó atrapar, era un mujeriego purasangre, aunque no era apuesto, su voz era su encanto.
Su única esposa fue Patricia Acosta, la dueña de la ventana marroncita. El resto de mujeres que se cruzaron por su camino serían amantes que intentaban ganarse su corazón a como diera de lugar pero Diomedes siempre terminaba volviendo a los brazos de la señora Acosta. Su última amante fue Consuelo Martínez, la conoció cuando tenía 14 años, Consuelo era una joven de humilde oriunda de Bogotá. Todo empezó como una amistad pero no pasó mucho para que se transformara en un romance. Consuelo vivió con Diomedes durante los últimos 10 años de vida, cuando falleció la mujer se sumó a la intensa batalla legal por la herencia del cantante.
Aunque terminó heredando un considerable porcentaje de sus bienes entre los que se encontraban un penthouse en Bogotá, lotes avaluados en 800 millones de pesos y vehículos, la vida de Consuelo se convirtió en un martirio después de Diomedes. Pelear por la fortuna de Diomedes, la hizo ganarse un sinfín de enemigos pues la larga lista de mujeres que pasaron por la vida del artista también dieron la batalla por si riqueza.
Hoy, la mujer pide asilo en Estados Unidos pues esta siendo amenazada y ha sufrido atentados en su casa. Le han advertido que si no le devuelve el dinero de la herencia de Diomedes, la mataran, a ella y a sus hijos. Consuelo nunca imaginó que ser la última amante de Diomedes, se convertiría en su peor pesadilla.
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