Si algo se hizo evidente en la pasada protesta de la derecha es que no hubo quién la liderara. Nadie se la apropió, salvo uno que otro trasnochado Miguel, turbayista empedernido; o el mismísimo losa de peña, exalcalde de Bogotá que, en su afán (¿de reelegirse alcalde sin estudios del Metro?) cacareó, eso sí por Twitter, los motivos, muy personales de por qué él mismo debió haber desfilado si le hubiera nacido el coraje de alguna parte. Pero, cómo podía desprenderse de su hipócrita osadía.
Es más, puede decirse que algunos que pudieron ser sus dirigentes, como Paloma Valencia, tomó distancia desde temprano quizás porque no quiso comprometerse con lo que sabía era una salida en falso. Y así fue.
Sin embargo, la razón de semejante despropósito de marchar sin dirigencia es que la manifestación lució, por qué no decirlo sin denostar de ella, un poco esmirriada. Esa gente tan engreída nunca se suicida en primavera. Ni en verano, ni en invierno, ni nunca.
Y entonces hubo una serie de personajes insólitos salidos de la más oprobiosa ultratumba lanzaron improperios que añoraban hecatombes. Gentes que se fueron lanza en ristre contra la pobre Francia Márquez simplemente por ser negra y porque no es monedita de oros para caerle bien a todos.
Hay gente que nunca ha osado ponerse un vestido de colorines como los que usa Francia. Nunca jamás se lo pondrían y, lo peor, se sienten orgullosas de no portar vestidos que celebren la paleta de colores de Caño Cristales o, del mar, en San Andrés Islas.
Y es que incluso la misma marcha carecía de color. No se parecía a Colombia. Es más, las banderas se les caían de la pereza. Ni siquiera el blanco prevalecía. Para colmos, no les llovió como para darles una excusa. No había muchos negros, a decir verdad. No se vio ningún indígena ni de remedio. ¿Guardia indígena? ¡Ni de vainas! Ni siquiera vendedores ambulantes ofreciendo agua, o tinto, hubo. ¿Para donde cogió esa gente?
¿Fue que la pusieron en alguna parte para que no la vieran? ¿Sentían vergüenza de verse acompañados de negros e indígenas?
Sin embargo, un análisis más profundo debe hacerse para sintonizarse con la situación desproporcionadamente lunática que está tomando la derecha en Colombia. Y no es desde ahora: desde la divulgación del Acuerdo de Paz, incluso desde antes, de manera histórica la derecha colombiana se quedó sin banderas; como si la única que portaban (y siguen portando) perteneciera a la guerra. Y obvio, esto se dijo con anticipación y se vio venir y es más que ostensible. Pero nadie creyó que fuera tan inminente su descrédito.
Quizás pueda decirse que nuestra derecha está tomando el vertiginoso curso de la venezolana. Y cómo aprenden de rápido. Es posible que se salten pasos de tan acelerados que van. Entonces cabe imaginarse que de forma inminente tendremos algunos Guaidós. Por allí ya ladran algunos mesiánicos. El problema es que ni siquiera en Monómeros los aceptan.
Y entonces para centrar algún debate cabe preguntarse, ¿cómo es posible armar una manifestación sin dirigencia? Es decir, si es que no la hubo desde alguna clandestinidad subversiva y por eso nunca dio la cara. Y la respuesta es absolutamente obvia y terriblemente perturbadora: la derecha en Colombia ni en el mundo entero, tiene líderes sociales. El neoliberalismo, en tanto ideología política de la derecha, no ha sido capaz jamás de inventarse un producto de mercadeo político que se venda como líder social de derecha.
Es más, puede decirse que existe una contradicción entre los dos términos: si es social, no es de derecha, si es de derecha, no es social. Marshal McLuhan previó, en libro mágico de origen e inspiración bíblica, que con la aparición de la era digital la derecha no tenía opción política alguna pues es imposible mantener el oscurantismo: la derecha es medio y es mensaje. Por eso la derecha deambula nómade.
Si hubiera esos líderes serían carísimos. Como el mercado no los puede pagar, no existen. Es así de sencillo y de solemnemente perturbador. Lo máximo que han podido inventar es un histrión lleno de dinero dirigiendo los Estados Unidos de América y queriendo tomarse el capitolio ¡escondido bajo los pliegues de las cortinas de la mismísima Casa Blanca!
Quién, pregunto, quién puede pagar ese “líder social” tan connotado. Y es significativa la envergadura de su denominación, de su bautismo como histrión. No puede manejar la contradicción entre los términos arriba aludida. En Colombia, no puede haber un supuesto líder social desde algún organismo gremial pagado con fondos parafiscales. No existe esa forma de parapetarse sin caer en el más profundo descrédito y oportunismo.
Durante el Paro Nacional hubo dirigentes que pusieron el pecho y dijeron esto es así por esto y por esto. Y se sentían comprometidos, incluso jugándose la vida comandando las manifestaciones.
Y ahora, ni siquiera a sabiendas de que no habría Esmad, ni infiltrados en la policía, hubo quien dijera….absolutamente nada. O sea, no solo fue esmirriada de gente, (ojo, no nos burlamos de ello), también fueron esmirriadas de consignas. ¿Locuras como irse contra la cédula de ciudadanía eléctrica fue una?
Claro, no hubo organización tampoco en qué era, en qué consistía la protesta, sencillamente porque es imposible que existan argumentos suficientes contra un gobierno que todavía no ha cumplido dos meses en el poder. ¡Hágame el bendito favor! ¡Están montándose en la mula sin haber ido por la enjalma! Y, sobre todo, porque ese gobierno está cumpliendo con lo que dijo serían sus metas y lo tienen en el poder. A lo sumo los manifestantes deberían manifestarse y quejarse y masturbarse porque no pudieron tener los votos para mantenerse en el poder. Hasta allí podría creérseles. Ni un ápice más.
Que este gobierno está procediendo según dijo que iba a hacer y a ellos no les gusta. Bueno, lo esmirriado de la manifestación da muestras que Petro está acreciendo su cauda. Y esto sí que es una gran noticia. El gobierno con su paso está dando muestras que la perplejidad del otro lado crece de tal manera que el cambio puede liderarse desde las próximas elecciones de alcaldes, gobernadores y cuerpos colegiados municipales y departamentales. Así de sencillo y de ese tamaño: en política como en el béisbol o el fútbol quien e no hace carreras ni mete goles está listo para ver cómo se la entierran toda, sin agüero. ¡De una!
Y si los congresistas con la rebaja de su sueldo conformaran un Fondo de Formación de Líderes Sociales para el Cambio, que recuperara a los inicuamente desaparecidos, ahí sí que los pasos de animal grande se conformarían con perspectivas históricas crecientes. Se regarían como verdolaga en playa. (Ojo, también podría hacerse desde las políticas del nuevo Ministerio de la Igualdad) ¡Pilas Francia!
Y siguiendo con el análisis: no hubo Esmad en las calles (lo cual es un triunfo inmediato de Petro). Ni batallones de la policía con tiradores infiltrados disparando sin uniforme. No se le dijo a nadie que pertenecían a las Farc, ni al ELN, ni a los paramilitares. Ni siquiera se les ha sindicado de vándalos y, mucho menos castigarlos con el remoquete de Gente de Bien, pues sería muy escasa. En efecto, cabría preguntarse alguien recordando el pasado bien reciente del glorioso paro nacional, ¿y no era la Gente de Bien la mayoritaria, versus, los vándalos?
Dónde están los capturados en supuesta flagrancia o los treinta y pico de muertos. ¡Paz total!
¿No hubo infiltración de ninguna clase en una manifestación que no tenía dirigencia por ninguna parte? Eso suena muy raro.
Entonces ahora podría quedar bien claro de dónde provenían las infiltraciones que torpedeaban desde adentro las manifestaciones de la rebeldía popular durante casi todo el pasado y presente siglos. ¿Quién incitaba a quién para luego, ya sublevadas las masas, dar la orden de matar a discreción y sobre seguro? ¿Se ponen de presente investigaciones susceptibles de ser iniciadas para demostrar muchos crímenes de asesinos en serie enquistados en algunas partes inconfesas de la dirigencia nacional?
He aquí cómo se evidenciaría la subversión ejercida sobre el cuerpo y políticas de la Policía Nacional y el Ejército. Debe haber centros de pensamiento nacionales que asuman esas investigaciones a fondo. Ojo, criminales en serie enquistados dedicados a matar gente con predilección de líderes sociales. ¿Próxima serie fílmica en Netflix?
Y hay más. ¿Dónde están las consignas castigadoras, perseguidoras a rajatabla de la Fiscalía, o de la Procuraduría General, siguiendo una supuesta política oficial contra la gente y sus protestas? ¿Cuántos adjetivos y mala leche se ahorraron? Ahora parecen modositos y tiernos.
Y no ha habido necesidad de manifestaciones destempladas, incluso incoherentes y por interpuesta persona establecida, como las del pasado gobierno defendiendo la indefendible reforma tributaria; en cambio la actual goza de inconfundible buena salud.
Y entonces ahora, los líderes sociales, que sí existen en Colombia, deben pasar a dirigir los procesos políticos que profundicen a nivel territorial el dominio político y de mando en alcaldías y departamentos, tanto como en corporaciones públicas.
La gente debe salir, como prueba piloto, a celebrar la toma de las plazas públicas tan pronto se apruebe la reforma tributaria, cual forma de expresar que la Gente de Bien, la que gobierna el país por primera vez, está en la condición de imponer la paz y las buenas costumbres, éstas si verdaderas buenas costumbres. ¡Tal cual!
Imponer el nuevo paradigma de legitimidad institucional, sin subversión ninguna del Estado ni de la Constitución. ¡Hasta que se haga costumbre!
Notas. ¿Pudo haber adivinado Paloma Valencia que aquella vez en el senado flanqueada por Uribe y ladrando contra Petro, estaba denostando de un futuro Presidente de la República? Esos cachetes enardecidos, hinchados y picantes como empanadas de pipián, no los he vuelto a ver.
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