Hoy tengo el honor de escribir como miembro del equipo de columnistas de Las2Orillas, por eso, empiezo mi nuevo rol agradeciéndoles inmensamente a León Valencia y María Elvira Bonilla por la invitación y por darme la posibilidad de expresarme a través de este importante medio independiente de comunicación. Digo que es un honor porque, de ahora en adelante podré compartir, a través de este espacio, muchas voces de la Colombia profunda, muchas de sus historias, tristes y amargas, pero también, muchas historias dignas que merecen ser escritas y que vale la pena tomarse un tiempo para leerlas.
No podía dejar escapar esta gran oportunidad para hacer remembranza y al mismo tiempo un sentido homenaje a todas las víctimas de desaparición forzada y, en especial, a mi gran amigo y compañero Jaime Gómez Velásquez, quien fue víctima del delito de desaparición forzada el 21 de marzo de 2006 y que después de ocho largos años Medicina Legal confirmó que Jaime fue víctima de homicidio, tal y como lo afirmamos en su momento, su familia y yo.
No faltaron los eufemismos por parte de los medios de comunicación y del gobierno nacional de entonces, los cuales curiosamente llamaron a la desaparición forzada de Jaime “accidente”, o peor, como lo denominó la periodista María Isabel Rueda “un resbalón”, es bien curioso que este sea el único país donde la gente se resbala y aparece más de un mes después completamente desmembrada y con signos de tortura. El crimen se fue haciendo evidente con la descarada complicidad y las irregularidades por parte de la Policía, Medicina Legal, Dijín, etc.
Jaime era profesor universitario de Historia, exconcejal de Bogotá y exsindicalista, un hombre lúcido intelectualmente, persistente y disciplinado, bondadoso, con un liderazgo persuasivo, argumentativo y conciliador; desde el punto de vista de la acción política era un gusto y un privilegio trabajar con él, por eso es que no solo su muerte, sino la negligencia de las instituciones encargadas de administrar justicia generan tanta impotencia en un país en el que las cifras de víctimas de desaparición forzada asciende a 122.155 (Registro Único de Victimas, 2014). No solo da escalofríos la elevada cifra, sino también el hecho de que en Colombia desde los años 70 exista la desaparición forzada y que solo hasta el año 2000 fuera tipificada en el Código Penal.
El delito de la desaparición forzada es un crimen de lesa humanidad que se produjo en marco del conflicto armado y también está constituido como un crimen de Estado; hoy, a la luz del proceso de paz entre el gobierno y las Farc EP, las víctimas serán tenidas en cuenta, tal y como lo demuestran las partes en la declaración de principios para la discusión del punto 5 de la agenda “victimas”. Dicha declaración y lo que se acuerde en ese punto tendrá como objetivo resarcir a las víctimas y el punto de partida será la designación de la comisión de esclarecimiento de origen del conflicto que permitirá saber quiénes son víctimas y por ende, se establecerán responsabilidades. Ojalá sea esta la oportunidad de conocer la verdad para llegar a la tan anhelada justicia y reparación.
Es de vital importancia que no solamente lloremos a nuestros muertos, sino que también dignifiquemos su rol y sus aportes a la transformación del país, por eso vamos de la mano con ellos hacia el sol de la paz con justicia social.