La desafiante realidad de la Colombia rural

La desafiante realidad de la Colombia rural

A pesar de sus esfuerzos, la comunidad de Los Naranjos, Santa Marta, no la tiene fácil. Acá tres ejemplos de cómo su desarrollo ha sido bloqueado

Por: Miguel Pacheco
diciembre 16, 2022
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La desafiante realidad de la Colombia rural

En la vereda de Los Naranjos, sector rural de Santa Marta, habita una población que se distingue por su tenacidad para salir adelante. Son más de 80 familias, llenas de gente honesta y trabajadora que presta sus servicios a los hostales del sector. Su lucha por mejorar sus condiciones de vida es permanente y, sin embargo, pareciera que las condiciones creadas están en contra de su desarrollo.

Primer ejemplo

Esta es una comunidad joven, en donde el fútbol es popular. Después de salir de estudiar, los jóvenes entre 10 y 18 años pasaban tardes enteras jugando en un campo cercano. Allí sobresalían varios jóvenes, hombres y mujeres, cuya habilidad con el manejo del balón era notoria. No obstante, debido al comportamiento de algunos de ellos (recochas propias de su edad), la dueña del terreno les impidió seguir jugando allí. Durante varias semanas buscaron, infructuosamente, otro sitio y no lo encontraron.

A partir de entonces, ya no pudieron practicar más esta actividad que se les había convertido en rutinaria y que les apasionaba, tanto que en su deseo de mejorar habían buscado en varias ocasiones la presencia de un entrenador. Así que hoy se la pasan sentados al frente de las viviendas y se les observa eventualmente en la calle practicando fútbol o boxeo (cuentan con un par de guantes deshilachados), o haciendo series de pesas (con un equipo hecho de cemento). Son 20 jóvenes los que pasaron de las canchas a la calle. Hoy el panorama que se observa tiene las características de que se ha dado el primer paso para afectar su desarrollo social.

Segundo ejemplo

Trabajar con la comunidad deja enseñanzas e inquietudes. Existen dos días para sacar la basura a la Troncal del Caribe y la comunidad tiene cierta disciplina para hacerlo. Sin embargo, cuando el carro pasa, siempre deja un reguero de desechos que tapan los desagües y facilitan la formación de agua estancada. El olor es desagradable y la fuente de infecciones es evidente. Es un típico basurero. La comunidad ha promovido fabricar una base de cemento que pueda ser lavada con facilidad e impida que las basuras tapen el desagüe.

Lamentablemente, el dueño del frente del terreno donde se está depositando la basura se ha opuesto a este proyecto. Así pues, las basuras se siguen depositando en desorden, el carro continúa dejando los residuos por ahí, los desagües taponándose y presentando el aspecto típico del basurero. Pareciera que entre la misma comunidad se bloquean proyectos. Hay falta de interés por mejorar las condiciones de higiene y en general un fortalecimiento de la errada práctica de que cada cual debe tirar para su lado.

Tercer ejemplo

Este es el peor caso de todos. Se produce por la lucha permanente para mejorar la calidad de la energía eléctrica, ya que se producen daños permanentes en los electrodomésticos. A causa de esta deficiencia, la comunidad se reunió y acordó realizar aportes para instalar un transformador trifásico. Todo sin solicitar recursos a la alcaldía

Con todo el esfuerzo, la comunidad recaudó 9 millones de pesos para conseguir e instalar este transformador. Lastimosamente, cuando ya estaba colocado en su lugar y listo para energizar, la Junta de Acción Comunal ganó un proyecto de electrificación promovido por la Alcaldía de Santa Marta: 40 millones de pesos. A través de este proyecto, montó un transformador a 90 metros del que había colocado la comunidad, ignorando por completo el trabajo que esta había realizado.

Un año después se observa que la calidad del sistema eléctrico suministrado por el transformador financiado por la alcaldía es muy pobre (92 voltios) y ya se han empezado a quemar algunos electrodomésticos. Es evidente que ese transformador no es capaz de soportar la carga requerida. Por ello, la comunidad se ha vuelto a reunir y ha decidido continuar con el fondo común para energizar el transformador trifásico de su propiedad. La idea era utilizar las líneas de alta tensión a las cuales está conectado el de la alcaldía e iniciar posteriormente el proceso de legalización. En este caso, la Junta de Acción Comunal se opuso y la corriente eléctrica siguió siendo cada día más deficiente. Pareciera que cuando la Junta de Acción Comunal no hace parte de un proyecto surge el interés de bloquearlo.

Esa es la Colombia rural.

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