Hace dos años, en la Copa América del 2019, Colombia, dirigida por Carlos Queiroz, hizo una espectacular primera fase ganándole 2-0 a Argentina, 1-0 a Catar y 1-0 (con los suplentes) a Paraguay. Se clasificaba en el primer lugar del grupo y por ende se enfrentaba a uno de los mejores terceros, el campeón vigente Chile que vivía ya horas muy bajas.
El entrenador del equipo austral era Reinaldo Rueda y con nuestro clásico exitismo ya pensábamos en cómo enfrentar a Perú en semifinales. Reinaldo ideó una telaraña para frenar a James Rodriguez y le dio un repaso táctico a Queiroz. Se empató 0-0 y se perdió por penales. La prensa señaló al cucuteño y su eterno pecho frío como culpable directo de la eliminación. Dos días después aparecieron fotos de él con su novia, la modelo Shannon de Lima, en un centro comercial en Miami. Indolente, sin empatía. En Colombia se empezó a entender porque a James no lo quieren los técnicos. Desde ese día algo se rompió con sus compañeros.
Un año después ocurrió la debacle. Por un problema con la capitanía de David Ospina en pleno camerino del Metropolitano minutos antes de salir a la cancha para disputar el partido de eliminatoria contra Uruguay y por su actitud despectiva con el volante Jefferson Lerma en pleno juego, el equipo se rompió. Ese día se perdió 3-0 de local contra los charrúas y ocurrió el famoso episodio que denunció, y casi le vale una demanda millonaria a Javier Hernández Bonnet cuando Muriel encuelló a James en el camerino. El 6-1 en Quito, viendo los resultados posteriores de Ecuador, sólo fue el resultado diseñado por un niño malcriado que decidió voltearle la cruz al técnico portugués y enseñar que el que mandaba, era él.
Entonces llegó Reinaldo Rueda. A James no le gusta Reinaldo por una razón fundamental: su preparador físico Carlos Eduardo Velasco, un hombre de corte prusiano inflexible a la hora de exprimir a los jugadores. Con este hombre la disciplina física se convierte en un mandamiento. La convocatoria y posterior desconvocatoria de James para la doble fecha de eliminatoria contra Perú y Argentina tuvo una razón específica, su vieja lesión de espalda que termina afectándole el sóleo y que sólo se cura con reposo. El Everton presionaba para que el jugador estuviera en la Copa América ya que podría, con algún partido bueno, venderlo y desembrazarse de un jugador carísimo que en este momento es sólo pasado. Antes de hacer pública la desconvocatoria de la figura del equipo Rueda tuvo que hablar con sus muchachos. Estas cosas no se hacen de espalda a las figuras de una selección que estrenaba técnico. Ellos tuvieron que estar de acuerdo y, después del partido que se la ganó a Ecuador en el debut de la Copa América, las declaraciones de Cardona y Cuadrado, así se desdijera luego, eran bastante concluyentes: el grupo estaba unido y no necesitaba nada para obtener la velocidad crucero.
Y James volvió a ser James, el mismo niñato insoportable que no pone cuidado en las charlas técnicas, el que se trasnocha jugando la Play, y mostró el cobre con alcahuetas de moral tan cuestionada como Teófilo Gutierrez cuando afirmó, en un Instagram Live, que el técnico nacional le había faltado el respeto. Si este equipo quisiera a James se hubiera roto con este ladrillazo. Pero nada, a Colombia le faltó fútbol pero le sobró coraje y consiguió hacerle partido a los tres equipos más duros del continente, Uruguay, Brasil y la Argentina.
Nunca antes el principio maturanezco de Perder es ganar un poco, se había aplicado tan bien como después del partido contra Argentina. Esta selección de Scaloni tenía un plus: un interminable invicto y la mejor versión que hayamos visto de Lionel Messi en 16 años vistiendo la albiceleste. Y Colombia no sólo compitió sino con el ingreso de Cardona fue superior a uno de los mejores equipos del mundo. Diaz volvió a demostrar que es un delantero estelar y el coraje impactó a los periodistas gauchos que nos consideraban hasta hace muy poco, y con razón, unos pechos fríos.
Reinaldo se la jugó y ganó. Las puertas de la selección estarán cerradas un tiempo largo para lo que parece ser ya un exjugador. Los jugadores y el país están feliz. Chao James, no te necesitamos más.