Sé que a muchos les puede parecer algo absurda esta teoría que les voy a esbozar, pero las acciones de los distintos grupos guerrilleros, que por tanto tiempo hemos sufrido en nuestro territorio y en la carne propia de un país de semblante liberal, han parecido servir para un maquiavélico propósito: han vuelto más que evidente el paulatino giro hacia la derechización de Colombia como Estado.
Lo anterior, al extremo que lo que hasta hace poco era un común carácter liberal es ahora catalogado de izquierdista. Además, nos hemos vuelto amanuenses de lo que diga actualmente en Estados Unidos sobre varios temas y tópicos, hoy mucho más cuando ese país está siendo precisamente gobernado por un presidente con estas extremas inclinaciones ideológicas, y cuando este a la par está siendo apoyado por el ala más sectaria de un partido como el Republicano, imbuido hasta los tuétanos con esos principios, los cuales están saliendo a relucir en varios puntos y manejos que se están dando actualmente sobre temas cruciales para toda la humanidad, como son los problemas generados por las masivas inmigraciones, por el problema de las drogas ilícitas, con la actitud hacia el narcotráfico y ahora con la injerencia en los asuntos internos de Venezuela y otros países, y con ellos nos han estado empujando a convertirnos velozmente en un mero instrumento servil de esa potencia.
A la vez que estas circunstancias y actitudes suceden, también se hace muy notorio cómo han sido ahora personajes de la más pura estirpe liberal, quienes han optado por derechizar sus ideologías, abandonando de un tajo sus creencias y conceptos filosóficos, que antes se caracterizaron por tener y ser de origen netamente liberal, empezando por el propio expresidente Álvaro Uribe, el hoy embajador en Estados Unidos Francisco Santos, como también lo eran el ahora presidente Iván Duque y su canciller Carlos H. Trujillo, y tantos otros que años atrás se presentaron en varias elecciones haciendo parte de movimientos con ideologías liberales, para tener que verlos hoy defendiendo posturas de la más extremas y rancias ideologías de derechas sin siquiera despeinarse al proponerlas y asumirlas, como igual viene ocurriendo con medios de comunicación, otrora liberales, como lo eran el periódico El Tiempo y la revista Semana.
Como quien dice que hemos estado al frente, y paralelamente viviéndola, ante una pantomima bien montada por unos grupos que en su momento se presentaron como defensores y promotores de posturas e ideologías políticas de izquierdas, cuando el verdadero pretexto era llevarnos hacia el otro extremo, pero lo más grave de este perverso y diabólico intento ha sido que les ha tomado más de cincuenta años en concretar tamaño entuerto.
