Durante los últimos años de la década pasada, la derecha logró el poder prácticamente en todo el continente a punta de fake news y montajes judiciales. Pero su fugaz triunfo se deshace ante la realidad de sus resultados.
En Estados Unidos, Trump y sus mentiras fueron derrotados. En Bolivia, la extrema derecha retomó el poder cuando se interrumpió la democracia, pero una vez reestablecida el pueblo volvió a elegir a un pupilo del indígena presidente derrocado. En Ecuador, Lenin Moreno ganó las elecciones simulando ser un heredero de las políticas de Correa, tan pronto fue investido se quitó el disfraz, pero su triunfo fue efímero, va a volver por la senda de la izquierda en las próximas elecciones.
En Argentina, pasó algo similar, intentaron enlodar a Cristina Kirchner y eso le pasó factura al peronismo (izquierda), que por un periodo perdió el poder hasta que en las nuevas presidenciales la gente rectificó y el zurdo Alberto Fernández hoy comanda al país austral. En Brasil, la ultraderecha ostenta el poder, pero sus desaciertos son tan escandalosos que han dejado a Brasil (después de los Estados Unidos de Trump) como el más afectado por la pandemia en todo el mundo (llevan un cuarto de millón de personas muertas), y es una certeza que perderán el poder en las próximas elecciones.
En Colombia, la cosa es distinta. Con el desastroso gobierno de Duque, la carrera de Petro hacia la presidencia estaría más que asegurada. Pero a diferencia de otros países, acá la izquierda jamás ha gobernado. Por esa razón, todas las instituciones estatales, como son las fuerzas armadas, los organismos de control, los electorales y la mayoría de la rama judicial y el congreso, están en manos de la derecha. Eso sin mencionar las mafias que han sido aliadas incondicionales e instrumento de la derecha.
Es por esta razón que es muy posible que, al igual que Jorge Eliécer Gaitán, Petro nunca llegue al poder, o que llegue y sea destituido en cuestión de meses, como consecuencia de un sabotaje coordinado de toda la derecha, al estilo de lo que sucedió en el Chile de Allende.
Si pierden el poder en la presidencia, las mafias ponen en riesgo los lucrosos privilegios que han conseguido durante siglos monopolizando la democracia. Lamentablemente, eso no va a suceder hasta que estalle una revolución social causada por la excesiva ambición de los mafiosos que al pueblo ya no le quieren dejar ni las migajas.