Con el motivador cristiano mexicano Daniel Habif, James Rodríguez por fin pudo desahogarse. Dijo cosas que calaron duro en Colombia y mostraron que James tiene problemas personales, de mentalidad. No puede ser que confiese que no se quedó en Alemania porque la gente era muy frío, las temperaturas muy bajas y porque, según él, los alemanes son máquinas, robots de trabajo y por eso no se quedó en el Bayern Munich, equipo que está en semifinales de la Champions.
En uno de los apartes de la extensa entrevista de dos horas el colombiano afirmó que un día le dijo a su profesor de alemán que él no quería aprender ese idioma, que no perdiera el tiempo. Aprovechó para echarle pullas a Zidane e hizo una afirmación que en el país no caló muy bien: "yo soy el mejor jugador de la historia del fútbol colombiano".
Pero lo que más nos llamó la atención fue verle tan deprimido, tan achantado, tan desorientado. James necesita ayuda profesional que le recupere su mentalidad ganadora, que lo convierta en el jugador que siempre ha sido. Ojalá lo pueda hacer. Él cree en motivadores como Habif. Ojalá le funcione