Francis Fukuyama, un profesor americano de la Universidad de Princeton pasó a la historia por un artículo en el cual propuso que estábamos ante el fin de la historia (así se llamó el escrito) porque dijo que hacia el modelo de capitalismo y democracia tenderían inevitablemente todos los países por ser el que mejor respondía a las necesidades de todas las sociedades.
La historia pareció darle la razón puesto que pocos años después se produjo la desaparición de la Unión Sovietica, la caída del muro de Berlín, y, hasta cierto punto, con el fin de la guerra fría se acabó la propagación de una alternativa a ese modelo. Sobre todo, al descartarse esa alternativa, se consolidó el neoliberalismo o ultracapitalismo en el orden político y social con pretenciones de pensamiento único.
Sin embargo, el mismo Fukuyama en un libro que escribió pocos años después -El choque de civilizaciones- reconoció que el capitalismo occidental no era el modelo universal ni el único, sino que de otras culturas emanaban variantes diferentes tanto de ordenes políticos como de manejos económicos. La realidad lo demostró con los casos de China o de los países musulmanes o incluso con los ‘tigres asiáticos’.
Ahora en un reciente artículo del New York Times el mismo autor ‘descubre’, o insinúa, o permite sacar entre líneas cosas aún más interesantes (los comentarios entre paréntesis son míos):
En parte, el abandono del mesianismo alrededor de la tesis misma “…. el mundo presenta un aspecto muy distinto al que tenia hace aproximadamente 30 años … Había factores que subestimé en aquel entonces: el primero, la dificultad de construir no solo democracia, sino un también un Estado moderno, imparcial y no corrupto (aceptación de que lo uno no lleva a lo otro); el segundo, la posibilidad de un deterioro político en las democracias avanzadas (constatación de que tienden naturalmente a la decadencia).
En parte deja entrever que básicamente el fracaso del modelo neoliberal coincide con la decadencia americana, y que ambos coinciden con el retroceso de la ‘democracia’ en el mundo[1]; Lo interesante es que permite o implica darle alguna claridad a ese concepto tan etéreo y esa palabra tan ambigua como es la ‘Democracia’.
En efecto la ‘democracia’ es básicamente un producto americano bajo el cual se alinean quienes aceptan su liderazgo -a veces en forma de sumisión-.
La ‘democracia’ fue un invento de la independencia norteamericana, un invento que correspondía al momento y al modelo de país que estaban creando. Nada tiene que ver , fuera de su similitud etimológica, con la democracia griega.
En el momento en que en Europa las monarquías perdían la legitimidad de un supuesto origen divino para representar los intereses de la nación y la expresión de la voluntad popular reemplazaba al soberano, en lo que vendría a ser los Estados Unidos el modelo no nacía de la evolución de una nación sino era una propuesta de algo inexistente hasta entonces: una Federacion de diferentes Estados constituidos por diferentes poblaciones de diferentes orígenes.
Pero practicamente ningún otro pais tenía las mismas condiciones ni la misma trayectoria, por lo que ni el modelo se convirtió inmediatamente en la aspiración de todos, ni la palabra que lo describía se convirtió en el símbolo y fetiche de nuestra civilización. Durante un siglo las referencias a ‘democracia’ no existieron en Europa o en el resto de America o en alguna parte del planeta, ni fueron las de un objetivo que se debía perseguir. Ni en las arengas de Bolivar o San Martín, ni en la consolidación de Alemania bajo Bismark o de Italia con Garibaldi, o en contra del Segundo Imperio en Francia, aparece tal reivindicación, ni siquiera tal palabra.
Fue solo cuando el poder de los Estados Unidos, fortalecido por las victorias en las dos guerras mundiales, decidió convertirlo en misión de su país imponerse en el mundo, que tomó esa relevancia. [2]
Difícil ha sido una definición de que se entiende por ‘Democracia’ puesto que cada persona le da la interpretación que quiere para simbolizar algo que es deseable. Pero lo que está detrás acaba siendo que, en lenguaje político – es decir en lo que son efectos concretos-, ‘Democracia’ y coincidencia con los lineamientos ideológicos y de intereses americanos es lo mismo.
Veámoslo entresacando las frases de Fukuyama:
…”el expresidente Trump estableció un siniestro precedente para la política estadunidense … pero … ha tenido un gran impacto a nivel Internacional y es señal de una considerable disminución del poder y la influencia mundial de los Estados Unidos” (importancia y valor de la ‘democracia’ paralelos a lo qué pasa en EE. UU.) …
“Estados Unidos fue fundamental para lo que se denominó la ‘tercera ola’ de la democratización (¿coincidencia?). (…) lo que apuntaló la democracia global era el éxito y la durabilidad de la democracia en los Estados Unidos … su ‘poder blando’ (¿otra coincidencia?).
“Estados Unidos conserva una enorme cantidad de poder económico y militar, pero ese poder no se puede utilizar sin un consenso político sobre el papel internacional del país” (la ‘democracia’ es una necesidad para justificar el ejercicio del poder americano)
“…. a Ucrania y Taiwán … Estados Unidos … ha brindado apoyo militar e ideológico en consonancia con las iniciativas de esos países para convertirse en verdaderas democracias” (porque podrían pasar a girar alrededor de sus rivales Rusia Y China).
“Y por esa razón tendrá consecuencias en todo el mundo en los próximos años” (Debilitada la ‘Democracia’ en Estados Unidos, deberá cambiar su importancia en el mundo).
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[1] valga aclarar que esto no es importante porque sea él quien lo diga, ni que sea algo bueno o malo que esta ‘coincidencia’ se dé.
[2] “Trump erosionó el consenso de los dos partidos que existía desde finales de la década de 1940 en torno a la firme defensa de un papel internacional Liberal para Estados Unidos” (señala el inicio después de la victoria en la Segunda Guerra Mundial)