Es realmente lamentable que en Colombia la pertenencia a un equipo y el llevar una camiseta sea motivo de violencia y ataques. Esta situación, cada vez más exacerbada, debe controlarse con medidas radicales.
De hecho, el solo hecho de llevar una prenda de color azul rojo, sin ser de un equipo, se ha convertido en motivo para ser blanco de ataques a los alrededores de estadio El Campín en Bogotá en días de clásico.
Es por esto que el cierre al público del estadio Pascual Guerrero para que se dispute el partido de semifinal entre el Deportivo Cali y el América es una decisión ejemplar para la ciudadanía.
El argumento dado por el alcalde caleño debe tenerse en cuenta, no solo en Cali sino en el resto del país: La fuerza policial no puede estar para contener vándalos mientras se descuida la seguridad del resto de la ciudad.
“Primero está la tranquilidad y la seguridad de la ciudad, hasta que los equipos de fútbol que pretendan jugar en el Pascual Guerrero no garanticen la seguridad no va haber fútbol ahí, los hinchas del América que vean el partido por televisión porque al estadio no va a entrar nadie”. Afirmó el burgomaestre.
Loable también la decisión de Bogotá, Pereira e Ibagué de cerrar sus puertas a este partido evitando que se vuela a presentar la posibilidad de una batalla campal como la del pasado 24 de mayo. Esperamos que en situaciones de desórdenes los demás alcaldes estén a la misma altura que el alcalde vallecaucano y hagan valer el bien común sobre un negocio de espectáculo.
Lo ideal y recomendable, para poner fin a las peleas por equipos, sería que los alcaldes de las diferentes ciudades cerraran sus puertas mientras existan peleas por cuestiones de equipos, así estas riñas se hagan en fechas diferentes a la de los partidos y en cualquier parte de la ciudad, y no solo a los alrededores del estadio. Solo así podrán entender los vándalos la condición de paz para poder ver a sus equipos.
