Humberto de la Calle dibujó la felicidad del “uribato” de la siguiente manera: “Es claro que el gobierno tuvo que moverse como náufrago y abrazar al leño de la JEP para pedirle a la corte que se fuera para su casa”.
Es decir, Duque tuvo que mentirle al fiscal de la CPI, decirle que, efectivamente, su gobierno estaba avanzando en el castigo de los crímenes de lesa humanidad por los falsos positivos.
La decisión del fiscal de la CPI hirió de muerte a las víctimas; nadie entiende la determinación de cerrar la investigación contra el gobierno colombiano a cambio de un acuerdo de cooperación para que Duque apoye el sistema de justicia y paz y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Uno, al fiscal Karim Khan se le olvidó que, hasta diciembre de 2020, el tema de los falsos positivos era todavía una papa caliente del uribismo. Dos, también olvidó que están actualmente masacrando a los líderes sociales, defensores de tierras y los de derechos humanos. Tres, que la confianza del país en el presidente Duque está por el suelo, como en las rancheras. Cuarto, el manto vergonzoso de la impunidad como estrategia de poder político.
Y aquí es donde nos ilumina el asombro. Porque estamos a cielo abierto amenazados por un Estado negligente y casi inexistente en ciertas geografías de Colombia, en especial en las rurales y en aquellas de dominio de la desmovilizada Farc. Y porque se tiene la impresión de que el mundo o el poder global nos cayó encima, porque la situación de las víctimas es tan grave que ni la Fiscalía de la CPI los protege.
Lo que creo es que los acuerdos se realizan entre seres agarrados por la confianza ¿Dónde queda la desconfianza contra el valor de la confianza duquista? ¿O acaso la CPI desconoce el desprestigio internacional del actual gobierno colombiano?
En el país nadie cree en Duque, sus posturas mitómanas tanto internas como externas avalan este descreimiento. Una amiga me decía en estos días si Duque es Duque, porque tiene un patrón que le da órdenes. Es difícil mirarse en su espejo.
Y se preguntaba psicoanalíticamente: ¿Duque tiene Yo? ¿Tiene Superyo? ¿Cómo contiene el Ello?
O me pregunto si su mente, cuerpo y su yo viven juntos, como en el poemario de Rupi Kaur: “Todo lo que necesito existe ya en mí”: mi mente / mi cuerpo / y yo / vivimos juntos en el mismo lugar / pero parece que somos / tres personas completamente diferentes”.
La imagen que el presidente de los colombianos exhibe todos los días es la de un hombre feliz ¿Realmente es feliz? ¿Cómo sortear la presión de su partido para cumplirle a la CPI? ¿Tendrá carácter para exigirle al Centro Democrático, su partido, retirar del Congreso el acto legislativo que pretende derogar la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)?
Todos sabemos que seguirá mintiendo. ¿Alguien le ha contado las mentiras a Duque como sí lo hicieron los periodistas contra Trump? ¿Miente todos los días? ¿Le miente a su familia?