En la galería Sextante se lleva a cabo la exposición de Arturo DeNarváez. Donde nada es nuevo, todo tiene síntomas de decadencia. Se trata de una pintura pesada llena de capas de óleo que se regodea dentro de lo figurativo pero que tiene la imaginación muy agarrada a un contexto que tuvo vigencia años atrás. Es cierto que todo puede volverse a pensar y a repensar, pero Las Metamorfosis de DeNarváez se quedaron en encerradas en el libro de Kafka.
El pensamiento pictórico del artista no evolucionó, el manejo de la pintura recargada de colores deja ese sentimiento desafortunado de algo que ha sido pensado sin lograr el resultado deseado. Fondo y forma no permiten respiro. Todo el cuadro de animal herido de 1991 tiene esa triste sensación del artista que no sabe terminar la obra, sino que la satura con pinceladas que van desfigurando el sentido mismo de la forma.
A veces se desea captar en las artes las corrientes invisibles que gobiernan nuestras vidas, pero la versión queda estacada en el extremo más oscuro y nos deja de presente el teatro de la angustia, de la enorme duda que produce desazón y donde la decadencia es parte del noble objetivo. Demasiado intento para un resultado de una forma que tiene demasiados impulsos.
En la Galería Alonso Garcés, Omar Valbuena presenta su exposición cuyo título es Cantos Rodados. Que, conmovedoramente muestra la versión de pescados muertos “con barro” que parecen hacer parte de la patética circunstancia que en Colombia vive el Casanare en Paz de Aiporo. Imágenes putrefactas de animales muertos, ahogados por el barro, situación desolada por la devastada naturaleza que, sin recursos muere. La exposición de Omar Valbuena muestra y denuncia exactamente la misma tragedia que se multiplica hasta el hastío.
Esta vez son pescados de esculturas en alambre que, en su conjunto se pueden observar como una instalación donde ya no se respira sal sino pudrición, donde el frio de la quietud deja en evidencia la inercia del irrespeto del hombre ante la vida, la falta de pudor con los dones de la naturaleza y la poca conciencia de su preservación. Por el mismo tema, la obra de Omar Valbuena resulta siendo poco amable de observar e imposible para convivir con ella.