La decadencia de Bucaramanga

La decadencia de Bucaramanga

"La capital de Santander está lejos de aquel pasado tan bello que vivió. Hoy en día la ciudad es un caos y un territorio problemático"

Por: Omar Eduardo Plata
mayo 07, 2019
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La decadencia de Bucaramanga
Foto: EEIM - CC BY-SA 3.0

Los que vivían en Bucaramanga hace más de 20 años recuerdan lo hermoso que era el clima, el orgullo que generaba tener el mejor sistema de transporte público del país, la delicia que daba manejar en plena hora pico por la carrera 33 desde la plaza Guarín hasta el colegio la presentación y demorarse —por muy mal que le fuera— entre 20 y 30 minutos.

Recordarán también que a pesar de no contar con grandes atracciones como una playa, un gran parque de diversiones, un centro comercial enorme o un museo prominente, la ciudad brindaba planes que sosegaban el tedio del diario vivir: como ir al parque recreacional El Lago, al cinema de la Riviera o al matiné del CID, incluso deambular tranquilo por uno de sus parques. Estos planes convertían a la ciudad en un gran vividero y le daban la sensación al bumangués de vivir en el lugar más agradable del país.

En la actualidad, Bucaramanga está lejos de aquel pasado tan bello que vivió. La ciudad, junto con su área metropolitana, es un caos y un territorio problemático. La contaminación ambiental ha generado que la temperatura haya subido, al punto que una ciudad que hace 20 años gozaba de una temperatura máxima de 26 grados, hoy día alcanza temperaturas de hasta 35 grados; recorridos que duraban máximo 30 minutos, hoy pueden durar hasta hora y media; los parques, orgullo de la otrora ciudad bonita, hoy son nidos de delincuencia y drogadictos, que se han adueñado de esos espacios, alejando a las familias y niños de allí.

El punto de inflexión y decadencia de Bucaramanga coincide con la creación del sistema de transporte masivo más mediocre, improvisado y falaz de Sudamérica: Metrolínea. La supuesta solución a un problema que nunca tuvo una ciudad que gozaba de un muy buen diseño de transporte urbano y metropolitano creó más problemas. Los supuestos problemas que se solucionarían se quedaron en expectativas, ya que a la fecha Metrolínea es una empresa quebrada, sin capacidad, con una flota reducida casi a la mitad, tardía y con un sinfín de problemas técnicos y estructurales, los cuales sufren día a día los bumangueses, obligados a usar un sistema de transporte que no necesitaban ni pedían, sin mencionar que para construir ese nefasto sistema de transporte público se talaron más de 15.000 árboles que la ciudad, en medio de una ola de calor y contaminación añora y extraña.

Además, Metrolínea ha propiciado el mototaxismo y el transporte pirata, porque la flota no cubre con amplitud la ciudad ni su área metropolitana. Aún así los políticos testarudos insisten en inyectarle recursos a ese remedo de sistema, que ya ha demostrado con creces su fracaso, generando un sobrecosto fiscal, que ha convertido a Bucaramanga en la ciudad con el sistema de transporte más caro del país. Mientras que en Armenia el pasaje cuesta 1900 pesos, en Pereira 2100 y en Ibagué 1500 pesos, en Bucaramanga cuesta 2450 pesos y la calidad del servicio es escasa, grosera y la forma como se tienen que acomodar las personas en esos buses es inhumana y me recuerda cómo eran transportados los judíos en los vagones de trenes con destino a Auschwitz. Todo un despropósito y una vergüenza nacional a la altura de su copia, TransMilenio.

Mientras que las ciudades se transforman para bien, otras decrecen. Mientras que ciudades como Medellín, Pereira, Ibagué  —entre otras— fortalecen y blindan sus fortalezas y mejoran los aspectos que las hacen destacar a nivel nacional, otras echan al traste sus virtudes, solo por darle rienda suelta al clientelismo y tráfico de influencias de políticos que no tienen ningún sentido de pertenencia por la ciudad, que ni viven en ella y poco a poco la están destruyendo. ¿Hasta cuándo se seguirá permitiendo esto? ¿Qué diría José Antonio Galán de dicha actitud tan displicente de sus coterráneos? ¿Dónde está la berraquera de la que se jactan los santandereanos que ven cómo les destruyen su joya, la capital de su departamento y no dicen nada? Pena y lastima me dan. Como dice el dicho "sarna con gusto no pica".

 

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